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UDD en la Prensa

¿Y si lo hackeamos todo?

 Nicole Forttes Fuenzalida
Nicole Forttes Fuenzalida Directora Smartlab

No solo por colaborar con organizaciones criminales, realizar ataques contra multinacionales, publicar datos sensibles de gobiernos o desarrollar un virus alguien puede ser catalogado de hacker. Muchas veces me he encontrado con personas que de manera unívoca asocian la palabra hacker a delincuencia y destrucción, y no se han dado cuenta que los hackers en realidad crean.
En una pasada rápida de la historia de los grandes hitos de las comunicaciones digitales nos encontramos, por ejemplo, que en 1971 Ray Tomlinson dio vida a un sistema de mensajería que se conoce como e-mail. Linus Torvalds, por su parte, creó un sistema operativo libre y hoy millones de sistemas se basan, justamente, en Linux. Ellos son hackers y lo más probable es que nunca hayan realizado ataques cibernéticos, publicado datos sensibles de gobiernos o desarrollado un virus.
La definición de hacker se aproxima a conceptos como entusiasmo, superación y mejoras constantes y si lo extrapolamos a otras disciplinas que no tienen que ver con las ciencias de la computación vemos que entran en la categoría, por ejemplo, Ferrán Adriá y Jamie Oliver: el primero por el proyecto BullipediaLab, que busca desarrollar una enciclopedia de la cocina y la gastronomía; mientras que el segundo, por educar y conceptualizar el concepto de comida sana a través del Food Revolution Day celebrado mundialmente el 16 de mayo. Lo interesante es que ambos hackers necesitan de internet y de las ciencias de la computación para llevar a cabo sus proyectos. Es totalmente razonable suponer que este tipo de acciones terminen por dominar Internet ya que esta forma de pensamiento fue precisamente el que originó que Internet se haya convertido en la herramienta de comunicación más potente de todos los tiempos. Es hora de adoptar el hackeo como una forma de pensar.
Es el momento de decidir si queremos sentarnos a esperar que pase, o participar en el Internet del futuro. Es el momento de decidir si queremos sentarnos a esperar que pase o participar en el Internet del futuro.