Volver a emprender
Reemprender es el verbo que habrá que conjugar con voz fuerte en los próximos trimestres. Una vez que pase la fase de contracción inducida por la pandemia —noticia en desarrollo—, en la cual los esfuerzos se han concentrado en el diseño de medidas paliativas y de protección de empleos, será necesario avanzar hacia la segunda etapa, que será la de la recuperación. En esta, el desafío será de proporciones, por cuanto habrá un enorme contingente de personas en búsqueda de una oportunidad, y a la vez habrá una cantidad importante de recursos productivos que habrá quedado sin utilizar como consecuencia del cierre de empresas que inevitablemente va a ocurrir. Y es aquí donde el desafío del reemprendimiento adquiere una importancia fundamental: la velocidad de la recuperación será mayor mientras más tracción se le pueda imprimir al proceso de reasignación de los recursos productivos disponibles, facilitándole el camino a los emprendedores dispuestos a iniciar una nueva aventura y también a quienes perdieron el trabajo y necesiten reisentarse en la vida laboral de una manera diferente.
Para moverse en esta dirección será necesario avanzar en tres ámbitos distintos. El primero dice relación con la introducción de ajustes a la Ley de Insolvencia y Reemprendimiento, posibilitando que los procesos de reorganización actúen con mayor fluidez —especialmente en el caso de las empresas de menor tamaño—, ya sea para evitar llegar a la instancia de término de las operaciones de la empresa, o bien para poder dar vuelta la página con rapidez y poder dar otro uso a los recursos disponibles. Un segundo frente es el referido a la agilización de permisos y reducción de burocracia para iniciar nuevas actividades. Esta es una excelente oportunidad para volver a insistir en los proyectos proinversión que aún están en trámite legislativo, y para imprimir mayor urgencia a las otras iniciativas contenidas en las agendas proemprendimiento que continúan entrampadas. Un espacio especial debería haber para otorgar flexibilidad en el cumplimiento de los requisitos a quienes inicien una nueva actividad productiva. Y el tercer frente es el relativo al ámbito laboral: los nuevos emprendimientos que se formen deberían poder contratar trabajadores con mayor flexibilidad, y eventualmente podría establecerse algún tipo de subsidio parcial y transitorio que incentive la contratación en reemplazo de algunos de los pagos que el Estado está realizando por concepto de subsidio de cesantía. Todo esto, en el marco de un programa masivo de reentrenamiento que les permita a los trabajadores adquirir las habilidades necesarias para poder reinsertarse en una nueva vida laboral.