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UDD en la Prensa

Vocación residencial

 Miguel Nazar Daccarett
Miguel Nazar Daccarett Director carrera Arquitectura - sede Concepción

PorUnHabitarDigno era el «hashtag» que utilizarono estudiantes de arquitectura de todo Chile para evidenciar una de las intervenciones más claras gráficamente y potente desde el “18/O”. En ella, dibujaron a escala real los planos de distintas tipologías de departamentos que hoy se encuentran en el mercado, evidenciando la desproporción entre superficie total de la unidad y su costo, excesivamente alto por el valor de suelo. Los propios estudiantes ingresaron a sus dibujos dando cuenta de la “inhabitabilidad” que estas tipologías presentan, siendo departamentos muy operativos que dejan de lado la plenitud del concepto “habitar”, transformándose en unidades dormitorio.

Este ejercicio grafica el impacto a nivel de unidad, la relación entre una persona y un
departamento, en donde el objetivo de estas tipologías es evidentemente comercial, y en general terminan siendo arrendados.

Salgamos de la unidad y revisemos el impacto colectivo. Si uno hace el ejercicio de proyectar esta realidad al centro de Concepción genera algunos escenarios peligrosos. Hay una gran cantidad de “población flotante” que arrienda departamentos “dormitorio”, aumentando el interés de unidades mínimas de una o dos habitaciones.

Actualmente en el centro de la ciudad un 50% de departamentos nuevos corresponde a una tipología de 2 dormitorios, un 34% a la de un dormitorio, un 9% a la de estudio, y sólo un 7% a la de 3 dormitorios. Este hecho genera una alta rotación y con ello una falta de arraigo y pertenencia con el centro histórico. Desde la proximidad con el vecino, la relación con la comunidad, hasta la construcción de un “espíritu” de barrio se ven deteriorados en el tiempo.

Si bien esta condición responde, por una parte, a la alta cantidad de comunidad universitaria que reside temporalmente en Concepción, y por otra, a la disminución en las últimas décadas del núcleo familiar, se hace fundamental desarrollar una mixtura, que permita reconstruir la vocación residencial de nuestro centro penquista, y proyectarla en el tiempo.

La discusión en torno a la nueva modificación del Plan Regulador debiese visualizar el deterioro que podría provocar la falta de arraigo de los habitantes de esta zona, la cual actualmente responde al mercado y a la preferencia de las familias de vivir en otros sectores.
Entonces, ¿Cómo hacemos más atractivo el centro para vivir, no sólo en temporadas universitarias, sino con permanencia, proyección y arraigo?

El entender el centro cómo una pieza urbana con un carácter residencial, y no sólo de
equipamientos y servicios, es primordial, no sólo por el sentido de pertenencia, sino también por variables como la seguridad, la vida urbana y la sostenibilidad. Esto no significa en ningún caso una densificación excesiva ni construcción en altura desmedida, sino más bien regular el cómo se habita, y si es necesario crecer, ciertamente edificios de 20 pisos no son la única alternativa.

El mercado responde a las demandas, por tanto, hay que hacer atractiva esta zona para modificar la demanda y con ello lograr una mayor mixtura. Incentivar el desarrollo del espacio público, regular los valores de suelo, consolidar equipamientos educacionales, mejorar el transporte público, invertir en seguridad, desarrollar actividades barriales, etc., permitirían que núcleos familiares vean como una alternativa atractiva para vivir el centro de nuestra ciudad. Esta demanda “modificada” podría recuperar el concepto de “habitar” en la unidad, pero también en lo colectivo, vivir plenamente esta zona de la ciudad.