Violencia doméstica
La violencia doméstica es una presencia invisible que provoca sentimientos muy intensos. Escuchamos a diario las noticias, acerca de las distintas formas de violencia a los que invisiblemente y hasta de manera “naturalizada” se suele sufrir y éstas con consecuencias personales en cada una de las personas. La violencia como tal adquiere formas específicas de aparición en función de los contextos en los que se manifiesta: social, político, económico, familiar etc. La violencia dentro del núcleo familiar (violencia hacia la mujer, maltrato de los padres hacia sus hijos, maltrato de los hijos adultos a sus padres ancianos), no constituye un problema ni moderno ni reciente, por el contrario ha sido una característica de la vida familiar desde tiempos remotos. Es sólo recientemente que comienza a concientizarse como fenómeno muy grave y que daña la salud de la población y el tejido social.
En nuestro país y específicamente en la Octava Región nos encontramos con altos índices de violencia doméstica o violencia intrafamiliar. Se trata de un problema social caracterizado por las distintas formas que adopta la violencia hacia las mujeres en el contexto de la cultura patriarcal. En este contexto, como señala Jorge Corsi, surgen una serie de términos que aparentemente se superponen, tales como la violencia doméstica, violencia de género y la violencia intrafamiliar, lo cual es importante detenerse en algunas definiciones que aclaren dichos conceptos:
Al referirnos a la Violencia Doméstica, hablamos de una de las formas de la Violencia de Género: la que se desarrolla en el espacio doméstico (concepto que no alude exclusivamente al espacio físico de la casa o el hogar). Se entiende por espacio doméstico al delimitado por las interacciones en contextos privados. De ese modo, puede caracterizar una relación de noviazgo, una relación de pareja, con o sin convivencia, o los vínculos con ex parejas. En tanto sub-forma de la Violencia de Género, sus objetivos son los mismos: ejercer control y dominio sobre la mujer para conservar o aumentar el poder del varón en la relación. Las manifestaciones en conductas y actitudes son muy variadas, incluyendo el maltrato físico, el abuso sexual, el abuso económico, el abuso ambiental, el maltrato verbal y psicológico, el chantaje emocional, etc. Las consecuencias son siempre un daño en la salud física, psicológica y social de la mujer, un menoscabo de sus derechos humanos y un riesgo para su vida.