Un puzle que no encaja
Apocas semanas de cumplirse cinco años del 18-O de 2019, el cambio en las percepciones de la ciudadanía abre la puerta a soñar nuevamente con un futuro mejor. Sin embargo, hay piezas del rompecabezas que aún no encajan y que se están convirtiendo en un importante cuello de botella, como lo revela la encuesta CEP recién publicada. Un primer aspecto a destacar es que del 55 por ciento que se manifestaba en favor del “estallido” en octubre-diciembre de 2019, ahora solo un 23 por ciento mantiene esa opinión, habiendo un 50 por ciento que piensa que esto fue malo para el país. Por otro lado, mientras hace cinco años la proporción de los encuestados que se manifestaba de acuerdo con la afirmación de que en el largo plazo el trabajo duro conlleva a una mejor vida caía de 64 a 40 por ciento, en la medición más reciente esa tendencia se ha revertido, con más del 60 por ciento de los encuestados volviendo a confiar en el esfuerzo individual como motor fundamental del progreso.
Es que la fiebre del “octubrismo” actuó como una droga, haciendo creer a muchos que los problemas podían resolverse simplemente redistribuyendo recursos de unos a otros, con una lógica de “suma cero”, sin afectar las decisiones de inversión y la evolución de la economía. Sin embargo, luego del “bajón” ha quedado de manifiesto que ello no pasó de ser una alucinación, y ello explica por qué, paulatinamente, esté volviendo a prevalecer una visión más realista sobre los pilares requeridos para cimentar un progreso estable. Este cambio de mirada constituye un paso crucial para que las piezas del rompecabezas comiencen a encajar nuevamente, pero hay una que aún no lo hace: el crecimiento económico.
La encuesta CEP muestra que, desde que asumió el Presidente Boric, la percepción de que el país se encuentra estancado o en decadencia continúa por encima del 80 por ciento, lo que coincide con la evolución que han venido mostrando los principales indicadores de actividad y empleo. La mala noticia es que el potencial de crecimiento de la economía chilena, medido por el PIB tendencial, ha venido disminuyendo de manera sostenida y actualmente no llega al 2 por ciento anual. Esta cifra es absolutamente insuficiente para lograr el progreso que las familias chilenas anhelan, y de ahí la importancia que reviste el poder cambiar esta tendencia. En línea con lo que la propia ciudadanía está demandando, esto va a requerir de un cambio de mirada de parte del gobierno en temas regulatorios, impositivos e institucionales -lo cual incluye al sistema político-, que inviten nuevamente a invertir, a innovar y a crear mejores empleos. Si esto nose logra, el sueño de tiempos mejores se convertirá de nuevo en una pesadilla, seguiremos empantanados creciendo menos que el mundo, y se acumularán nuevas frustraciones. Ojalá que la historia no se repita.