Un homenaje a las mujeres protagonistas de la tecnología
No es novedad que la tecnología es principalmente un mundo de hombres. La imagen que quien programa generalmente es un hombre joven tiene una razón de ser y es que -salvo Google- las grandes empresas tecnológicas del mundo cuentan con aproximadamente un 95% de personal técnico masculino generando líneas de código.
La buena noticia es que el biógrafo de Steve Jobs, Walter Issacson, nos recuerda el aporte femenino en la materia en su última entrega: The innovators. El autor repasa en su libro la complicada historia de la revolución digital, reconociendo a las mujeres como protagonistas, ejemplificando los grandes avances con las historias de pioneras como Grace Murray Hopper, quien desarrolló el primer compilador para un lenguaje de programación, convirtiéndose en un símbolo entre los coders estadounidenses y que, además, cuenta con una celebración anual conocida como la “Grace Hopper Conference”, la más importante celebración de mujeres en materias de computación, reuniendo anualmente a más de cinco mil programadoras.
El autor también le rinde un homenaje a Ada Lovelace, hija de Lord Byron, quien desarrolló el primer algoritmo destinado a ser procesado por una máquina y es conocida como la primera programadora de la historia. Su hipótesis consistía en que un computador puede hacer cualquier cosa que se pueda enseñar lógicamente.
Isaacson además señala que, a principios del siglo pasado, en las carreras matemáticas era bastante común que hubiese mujeres estudiando, mientras que en la época en que Bill Gates y Steve Jobs pasaron por la universidad, apenas un 40% de mujeres participaban de la ciencia de la computación.
Para el autor, y para la historia de la informática, los hombres han estado obsesionados con las mejoras al hardware y en fabricar aparatos cada vez más potentes, mientras que las mujeres –sobre todo en la II Guerra Mundial– le dieron más importancia al uso del software, convirtiendo así a los computadores en herramientas verdaderamente útiles. Así ocurrió precisamente con Hopper, quien realizó uno de los mayores aportes a las ciencias de la computación a través del espíritu colaborativo, que es algo común en las siguientes generaciones de programadores.
Ahora queda esperar que los números para las mujeres crezcan en estas discliplinas; mientras, celebremos que a través de la historia se está reconociendo la labor de las mujeres en tecnología.