¿Un debate más?
Para muchos de los que vieron el «debate» no les ayudó a definir su voto, pero sí a refrendar las opiniones que ya se tenían de los candidatos.
¿Qué se puede decir de un debate en que participan ocho candidatos? Muy poco, si es que se esperaba una discusión entre ellos. Ciertamente un debate de ocho no es cosa fácil, particularmente si todos los candidatos quieren diferenciarse entre sí. De otro modo, se trataría de cualquier otra cosa menos de- bate ni elección presidencial.
Con todo, hubo interpelaciones que ciertamente lograron animar el intercambio de humores entre los candidatos.
Ahora bien, si algunos tenían expectativas de que este «debate» sería una oportunidad para que los candidatos expusieran sus propuestas, lo concreto es que esto no ocurrió. Pero ¿acaso tenía que ocurrir? La verdad es que no. Entre otras razones porque el tiempo asignado no lo permitía, ni siquiera con las agotadoras tres horas asignadas hubiese sido posible. No obstante, en el caso particular de Guillier pareciera ser que sus expectativas sí estaban en esa línea, de hecho, en variadas oportunidades más que contestar las preguntas que se le hacían, realizaba un repaso de su programa y solo cuando se le insistía sobre la pregunta, terminaba abordándola. Claro está, que cuando las preguntas lo ponían en aprietos respetaba con rigor el tiempo asignado: «Se fue el tiempo».
Si bien, en esta oportunidad el «todos contra Piñera» tuvo baja intensidad, la verdad es que igualmente se expresó de formas directas e indirectas. Directamente, por ejemplo, con las interpelaciones de ME-O, pero en general las fórmulas fueron indirectas o con matices sarcásticos, que si bien suenan elegantes en algunos casos, en otros son ofensivos: «Robar un banco es un acto delictual pero fundar un banco es peor».
Pero como en todos los debates las opiniones destempladas no dejan de aparecer. De hecho las expresiones de Artés no dejan de llamar la atención y dada su gravedad (rodear el parlamento para obligarlo a aprobar leyes «si fuera necesario…así de simple») no puede si no ser tomadas con cierto humor, aunque con estas cosas no se juega, pero la verdad es que lo mejor es que juzgue la gente.
En general, algunos analistas han coincido en que Goic mostró ponderación y serenidad, sin lugar a dudas, pero hay que tener en mente que eventos como estos exigen fuerza y pasión, y no es lo que se observó.
Si bien, en el caso de Piñera el tema del dinero y política y el «pecado» de ser millonario nuevamente se expresó en el «debate», tal vez su talón de Aquiles se apreció al momento de explicar los gastos que rebajaría en su gobierno, no obstante, difícilmente podía apuntar a alguno en particular, después de todo tácticamente no era conveniente, o simplemente porque el programa solo apunta a rebajas y ajustes.
En general, para muchos de los que vieron el «debate» ciertamente no les ayudó a definir su voto, sin embargo, les permitió confrontar y refrendar las opiniones que ya se tenían de los candidatos, con sus defectos, debilidades, fortalezas y virtudes.