Sobre el «bombazo» y la violencia como método
En la antesala de un aniversario más del 11 de septiembre, la detonación de un artefacto explosivo este lunes recién pasado remeció profundamente a nuestra sociedad. Si bien el bombazo fue en una estación del metro de Santiago, pareciera ser que la detonación se produjo en todo el país, y en las horas y días siguientes la psicosis colectiva frente a una serie de objetos olvidados se apoderó de casi todos nosotros, y los diversos medios de comunicación trataron infructuosamente de poder explicar esta acción terrorista.
¿Se puede justificar este tipo de acciones? Para algunos, el uso de la violencia puede ser entendida como una acción legítima; para otros la violencia nunca se va a poder justificar. Pero quizás lo más interesante de todo, es tratar de entender qué buscan este tipo de acciones. Principalmente: sembrar el miedo. Las acciones violentas o terroristas además reivindican algún tipo de lucha, causa o ideología. Por dar un sólo ejemplo de ellos, basta recordar el ataque a las torres gemelas del año 2001, que fue la manifestación más violenta durante el último tiempo del fundamentalismo islámico; o los atentados en Londres y Madrid de los años posteriores. Es la manifestación de un colectivo extremista y que busca con sus acciones mantener aterrada a la sociedad frente a un eventual nuevo ataque. Y es lo que vivimos en los días posteriores, los habitantes de Santiago sin querer usar el metro, las autoridades disponiendo el retiro de los basureros para evitar un incidente similar. preocupación e inseguridad frente a los objetos olvidados. Pero tampoco hay que perder la perspectiva en todo esto: no vivimos ni en Bagdad, ni Tikrit, ni Marrakech (donde recientemente una bomba mató a 15 turistas) o Gaza, ciudades donde la violencia política y el terrorismo es una constante de todos los días.
¿Cómo disminuir el miedo? ¿Cómo vencer a este tipo de acciones violentas? No permitiendo que este tipo de actos limiten el desarrollo normal de las actividades de la sociedad. Esa es quizás una de las formas más importantes para vencer al terrorismo. Junto, lógicamente, con la acción que el Estado está llevando a cabo.
Pero falta plantearnos otra pregunta frente al bombazo del metro de Santiago ¿nos encontramos frente a un grupo extremista de izquierda o de derecha? ¿Anarquista? ¿Quién puso el artefacto explosivo? ¿Fue un grupo de inadaptados? ¿Alguien que quiere llamar la atención? Lo más llamativo de la explosión, es la inexistencia de un grupo que se haya adjudicado la acción, y quizás eso es lo que más preocupación e incertidumbre produce.