Sobre el 21 de mayo
Podemos realizar diferentes lecturas al discurso presidencial, pero es necesario poner una especial atención a la percepción de este discurso por parte de la ciudadanía, la cual mira con desconfianza las promesas realizadas, pues año tras año los mandatarios han enumerado una serie de ideas y proyectos, de los cuales dudan de su concreción; por ejemplo, el AVP, el cual hasta el día de hoy no ha sido aprobado.
Esta desconfianza se debe principalmente a que como ciudadanos somos cada vez más críticos con los partidos políticos y con nuestros políticos. ¿Estamos frente a una crisis? Podríamos pensar que así es. La identificación partidista e ideológica es cada vez más débil que en el pasado, ha descendido la afiliación a los partidos y además las opiniones son cada vez más negativas hacia ellos, y podríamos llegar a afirmar que «la política» está cada vez más desprestigiada, lo que genera una gran desconfianza a todo lo que los partidos y los políticos propongan. Esto se puede traducir en un anti-partidismo reactivo, el cual se basa en la insatisfacción con las actividades que realiza la política; lo cual se suma a una percepción negativa de que los partidos y la política no consigue solucionar los problemas reales de la sociedad. Y la percepción común es que las promesas quedan solo en eso y que buscan a la ciudadanía sólo con fines electorales.
Como ciudadanos nos alejamos cada vez más de la clase política y de la lectura política que se le puede dar al discurso del 21 de mayo donde no sólo se hizo alusión a promesas de campaña sino que fue un discurso donde no estuvieron ausentes los principales lineamientos ideológicos de la coalición gobernante y se plantearon transformaciones importantes al Estado chileno, pero que con esta percepción ciudadana pueden pasar desapercibidos.