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UDD en la Prensa

Simce e igualdad de oportunidades

 Rodrigo Castro Fernández
Rodrigo Castro Fernández Académico Facultad de Economía y Negocios

Los últimos puntajes del Simce de 4º básico y 2º medio confirman un avance significativo en los logros educacionales, tanto en Matemática como en Lenguaje. De la misma forma, se aprecia un resultado muy alentador en los Liceos Bicentenario y una reducción en las brechas entre los particulares pagados y municipales.
Ahora bien, estos avances no pueden desconocer que quedan grandes desafíos, principalmente en la distribución de oportunidades. De acuerdo con la última Encuesta Bicentenario, la mayoría de las personas estima que es muy baja la probabilidad de que un pobre salga de su condición o que un joven de escasos recursos ingrese a la universidad. Luego, un mayor acceso y calidad en todos los niveles de educación, pero en particular en el nivel preescolar, sigue siendo la principal política pública para lograr una mejor distribución de oportunidades.
Aunque tenemos un acceso relativamente parejo a la educación básica y media, aún persiste una brecha significativa en el nivel preescolar y universitario y en los resultados educacionales según el ingreso familiar. Se ha avanzado, pero estamos lejos de acercar las oportunidades según origen. De acuerdo a Horizontal (2013) nuestros niños al nacer tienen potencialidades equivalentes, pero en la medida que avanzan en el proceso escolar se abren brechas que parecen depen der del hogar en que les tocó nacer.
No hay atajos para lograr este objetivo, ni menos acortar las brechas educacionales que nos separan de los países desarrollados.
Si se considera la evidencia más reciente respecto de la calidad de la educación, se observa que, luego de considerar el nivel socioeconómico de los estudiantes y sus familias, los recursos de los colegios e incluso los procesos de selección, una buena gestión de recursos con que cuenta un colegio puede hacer la diferencia en el proceso de aprendizaje. En promedio, al considerar variables de gestión como la evaluación de profesores, existencia de equipo de gestión y antigüedad de los profesores se encuentra que éstas tienen un efecto que supera los 30 puntos del Simce. Esta diferencia es mucho mayor a los efectos de otras políticas como la jornada escolar completa o el efecto de la selección.
A la evidencia anterior se suma la falta de autonomía en la gestión de los establecimientos. En ese sentido cada sostenedor debe ser quien decida sobre sus recursos humanos, financieros y pedagógicos. Avanzar en políticas que den autonomía real a los sostenedores en la forma de administrar sus recursos, tal como demuestra la evidencia, ayudaría mucho más a la igualdad de oportunidades elevando la calidad de la oferta educativa.
Por último, está la calidad de los profesores. La política de becas y de promoción de la excelencia puede hacer la diferencia en términos de logros académicos. En efecto, cinco años seguidos de buenos profesores pueden cerrar la brecha en rendimientos atribuibles a las diferencias de origen en los niños de altos y bajos ingresos. El gobierno tiene la oportunidad de sembrar los cambios fundamentales para que Chile no sólo alcance el desarrollo en nivel de ingreso, sino que también en capital humano.