Sesgo de confirmación
En 1989 el vuelo 254 de Varig se perdió en Brasil y terminó aterrizando de emergencia en medio de la selva. La mayoría sobrevivió, pero algunos murieron. La investigación diría luego que el error fue del piloto, quien al inicio del viaje ingresó una ruta equivocada. Esto provocó que el avión se dirigiera hacia el oeste en vez del norte sin que el piloto se diera cuenta. Cuando se suponía que debían haber llegado a destino, el piloto descubrió que algo raro pasaba, porque no aparecía la ciudad de destino. Entonces vio un río y pensó que era el río Amazonas, el que usó para reorientarse. Sabía que si lo seguía llegaría a destino. El problema fue que no era el río Amazonas, sino que otro muy lejano. A pesar de que la evidencia era clara y el piloto tenía a mano información que le indicaba que no estaba en el lugar que él suponía, ni se dirigía al lugar planeado, él estaba convencido de estar en el lugar correcto. Así, decidió seguir el río hasta que el combustible se agotó y la historia terminó en tragedia.
Los psicólogos han estudiado este fenómeno y lo llaman sesgo de confirmación. A pesar de que a veces la evidencia es abrumadora, personas que creen saber lo que hacen y están convencidos de sus ideas, buscan cualquier elemento o evidencia menor para sustentar sus creencias y propuestas y no son capaces de mirar las cosas con objetividad.
¿Suena conocida la historia? Al mirar todas las ideas que se están proponiendo e imponiendo en la discusión pública actual, se parece mucho a la historia de un piloto que cree estar convencido de ir en el camino correcto, cuando la evidencia y los resultados muestran de manera categórica que el rumbo es equivocado. El piloto insiste, no reacciona y parece atrincherarse en sus paradigmas, convicciones e ideologías.
Da la sensación que el sesgo de confirmación se ha impuesto en las decisiones de políticas públicas y ya no es tan relevante la evidencia, la racionalidad, sino que lo que se impone es el voluntarismo y las ideas preconcebidas.
Nuestro avión aún tiene combustible, pero debemos lograr despertar al piloto y mostrarle con claridad que la ruta que ha decidido tomar es equivocada, que es irracional. Para eso se requiere liderazgo de todas las partes y capacidad de desprendimiento con los paradigmas como los programas y las ideas refundacionales. Llegó el tiempo de volver a la racionalidad y el sentido común. Ojalá en nuestro caso la historia no termine en tragedia y podamos corregir pronto el rumbo, antes que se acabe el combustible.