Segunda oportunidad
Acabamos de vivir un día histórico en las políticas habitacionales en Chile: la demolición del primer block social en la población Francisco Coloane, sector de Bajos de Mena (Puente Alto), dando inicio al Programa de Recuperación de Condominios Sociales del Ministerio de Vivienda (Minvu) denominado «Segunda Oportunidad.» Si vemos el vaso medio vacío, debería avergonzarnos que en un país con tantas necesidades nos demos el lujo de demoler viviendas inauguradas hace menos de 20 años porque su mala construcción, diseño y ubicación condenaron a sus propietarios a vivir en verdaderos guetos.
Pero si vemos el vaso medio lleno, es señal que la política habitacional está dando un giro, donde lo importante es la calidad de nuestras viviendas y barrios.
¿Cómo llegamos a esta paradoja del vaso? La urgencia del pasado por proveer la mayor cantidad de soluciones habitacionales y la carencia de una política de desarrollo urbano intensificaron la segregación, expulsando a los ciudadanos más pobres a terrenos más baratos en la periferia sin contar con el debido equipamiento, áreas verdes y transporte.
En casos como Bajos de Mena, el mal diseño de barrios, y viviendas económicas, derivaron en deterioro, exclusión, hacinamiento y la creación de enclaves de pobreza con severas consecuencias sociales y económicas. Muchos departamentos eran tan pequeños, que las familias los ampliaron con precarias «habitaciones flotantes», que acrecentaron el riesgo y deterioro de sus vidas.
Si bien durante el gobierno anterior se realizaron demoliciones inconclusas de las denominadas «casas Copeva», y se inició el plan de recuperación de barrios críticos, hoy vemos cómo por fin se dan pasos decisivos por parte del Estado para reparar con inversión pública, la enorme deuda urbana que se tiene con esas miles de familias que creyeron cumplir el sueño de la casa propia.
¿Por qué ahora? Las políticas habitacionales impulsadas hace tres décadas, y perfeccionadas en los últimos años, han llevado a que Chile sea el único país en vías de desarrollo capaz de erradicar los campamentos urbanos y garantizar el acceso universal a la propiedad de la vivienda hacia el 2020, lo que nos permite comenzar a preocuparnos ya no de «los sin techo», sino más bien de «los con techo.» El camino hacia esta «segunda oportunidad» no será fácil y demuestra una dosis de coraje político notable por parte del Minvu. Los del jueves son los primeros de 420 departamentos en cerca de 18 blocks que se demolerán sólo en Puente Alto, a los que se sumarán 36 en Valparaíso, 276 en Rancagua y 96 en Quilicura. Para ello se requiere el acuerdo voluntario de los vecinos quienes recibirán un subsidio flexible de hasta 700 UF para acceder a una vivienda de mejores estándares y localización.
Estamos hablando de un programa muy complejo de acupuntura urbana, que debe velar por la participación, proteger las frágiles relaciones de arraigo, y velar no sólo por el bienestar de las familias que emigren sino también por las que permanezcan en el barrio.
Es de esperar que los próximos gobiernos hagan suya esta «segunda oportunidad» de contar con políticas habitacionales más integrales, asegurando que todo ciudadano tenga acceso a viviendas dignas, bienes públicos y una mejor vida.
Es de esperar que los próximos gobiernos hagan suyo este programa de contar con políticas habitacionales más integrales asegurando que todo ciudadano tenga acceso a viviendas dignas.