Se viene la CEP
Este martes el CEP dará a conocer su encuesta, a partir de la cual se desencadenará una serie de interpretaciones políticas, las que a su vez se traducirán en decisiones, también políticas, que no necesariamente serán las más adecuadas.
Por lo pronto, es muy probable que la encuesta incorpore preguntas presidenciales; al menos, las de mención espontánea, tales como “¿Quién le gustaría a Ud. que fuera la o él próximo Presidente de Chile?”, pregunta que por lo demás suele ser interpretada, al igual que las relacionadas con evaluación de personajes, como reflejo de la intención de voto de los consultados, sin que así sea. Al respecto, en abril dicha encuesta arrojó resultados auspiciosos para Bachelet (51%), los que muchos esperan que se repitan; no obstante, no necesariamente esto tiene que ocurrir. Asimismo, el estudio mostró a unos candidatos de la Alianza poco posicionados y es probable que en esta ocasión se adviertan mejorías. También se vio al dúo Parisi (en la encuesta las menciones espontáneas eran “Antonino Parisi”, “Franco Parisi” y “Parisi”) con un 0,8%, casi dentro del margen de error, situación que en esta oportunidad es muy probable que experimente alzas.
Pero también es factible que se agreguen otras preguntas, tales como “¿Quién cree que ganará la elección?”, u otras cerradas en las que se someta a la elección del encuestado 4 o 5 candidatos. Sea o no que se incorpore este tipo de consultas, lo concreto es que las lecturas que se hagan pueden ser muy relevantes en el próximo escenario político.
A este último respecto, uno de los problemas de la Alianza es que ha supeditado en gran medida la carrera presidencial a lo que suceda con Bachelet, tanto respecto de su decisión de ser candidata como de la fecha para concretarlo y su evaluación en las encuestas. Si bien dentro de la Concertación se plantea como un hecho su postulación, o al menos ésa es la señal que se da, el que la Alianza fije la atención en lo que hace el contendor o incluso supedite su estrategia al ritmo de lo que hará su competidor, resta energías o al menos limita los espacios de acción e iniciativa. En efecto, las candidaturas de la derecha requieren de tiempo; así lo fue en 1999 y 2009 (lo que no ocurrió en 2005, al punto que Piñera decidió incorporarse a la campaña en junio de ese año). En ambos casos el candidato presidencial comenzó antes de la municipal y los resultados fueron bastante auspiciosos: si bien en 1999 no ganó (1999), la Alianza nunca antes había obtenido tales votaciones, y en 2009 ya sabemos la historia.
Pero, ¿qué razones habría para pensar que mientras antes se inicie la campaña ello traería mejores resultados? Muchas, pero dos son las centrales. Primero, el tiempo es escaso, y mientras más tiempo mayores posibilidades existen de construir equipos, anticipar errores, corregir estrategias, generar entusiasmo. Segundo, y más importante aún, la competencia es con una candidata conocida y ex Presidenta, por lo que se requiere tiempo para llegar al electorado con mensajes nuevos. Más aún, sería un error no aprovechar todo este tiempo en que Bachelet aún está tomando su decisión —sea cuando sea y ocurra en septiembre, noviembre o enero—; ello significaría dejar un espacio de tiempo sin llenar.
Ciertamente, para muchos la idea de iniciar la campaña ahora es visto como un error, puesto que sólo serviría para ordenar a la Concertación y activar su maquinaria de críticas; es posible, pero para ello están los partidos, ése es su rol. Un buen ejemplo lo apreciamos en la propia Concertación. Por lo demás, los presidenciables ya están en el blanco de las críticas de la oposición. Pero aun cuando los partidos den señales débiles de apoyo, la función propia del candidato es la de sortear toda suerte de críticas. Además, un hecho importante es que en las campañas electorales un exceso de críticas desgasta y es inevitable que sea al término y no al principio de ellas cuando se vuelvan más fuertes.
En concreto, a partir de lo que suceda con eventos tales como la CEP, la Alianza tiene una oportunidad para analizar el escenario político con más frialdad y mayor cuidado, recordando lo que han sido las últimas campañas presidenciales exitosas. Abordar el desasosiego de quienes piensan que todo parece escrito requiere de una dosis de audacia para cambiar el destino.