Reconstrucción y orgullo
Al conmemorarse 4 años de una de las peores catástrofes que haya vivido el país y, en especial, la Región del Bío Bío, antes de caer en la mezquina discusión política de metas o cifras de avance, tenemos que sentimos orgullosos de lo que hemos logrado como país en tan poco tiempo. La magnitud, profundidad y dispersión del daño no tienen precedentes, todos fuimos víctimas y sufrimos de alguna forma la pérdida, desolación, miedo e incertidumbre de los primeros días, y todos fuimos reconstructores. Así como inconscientemente la mente trata de borrar los malos recuerdos y es cada vez más difícil encontrar vestigios del desastre, se hace necesario revivir y revisar hoy las imágenes de nuestra ciudad hace 4 años para reconocer lo resilientes que hemos sido.
Este sentido de orgullo va más allá del notable esfuerzo desplegado por el gobierno del Presidente Piñera, reconocido por estudios internacionales y por la propia Presidenta electa Michelle Bachelet, sino también se extiende más allá de lo que compete al rol del Estado y nos toca a cada uno de nosotros, a todos quienes con su propio esfuerzo levantaron sus vidas, sus viviendas, instituciones, negocios, empresas y se jugaron por reconstruir un mejor país y una mejor región.
Efectivamente el gobierno desplegó un ambicioso plan de reconstrucción para ayudar a las más de 220 mil familias que no podían levantarse con sus propias manos, velando al mismo tiempo por la reposición de los bienes y servicios públicos de cerca de 20 mil ciudades, pueblos y villorrios. En el caso del Gran Concepción, este esfuerzo se ve materializado en la renovación urbana de la Poza de Talcahuano, la costanera de Dichato, caleta Tumbes, el avance de los nuevos puentes, así como la enorme cantidad de viviendas reconstruidas. Pero eso es sólo parte del esfuerzo, ya que la otra mitad de la reconstrucción se hizo entre todos, y ese orgullo debiese redoblarse al ver los niveles de crecimiento y dinamismo económico presentados por el Gran Concepción comparado con otras ciudades del país.
Las universidades locales también hemos cumplido, normalizando nuestras actividades rápidamente luego de la emergencia, colaborando en los catastros, planes maestros, y también facilitando parte de nuestro capital humano para enfrentar la tarea. Nuestro rol ahora es proyectar esa experiencia, sacar lecciones y aprender. Para ello, estamos avanzando en una serie de proyectos de investigación, estudios y propuestas de política pública que apuntan no sólo a generar nuevo conocimiento, sino también a aportar desde la Región a la construcción de un país más desarrollado y preparado para futuras catástrofes.
Basta ver como constantemente recibimos visitas de especialistas y universidades tan prestigiosas como Harvard o Berkeley que reconocen a esta zona como un caso ejemplar de reconstrucción y resiliencia.
Hoy no es tiempo de divisiones, sino más bien de aprender las lecciones del proceso y proyectarlas a futuro. Esa será nuestra manera de honrar a las víctimas, y agradecer a todos aquellos que trabajaron arduamente para levantar nuestro país. La otra mitad de la reconstrucción se hizo entre todos, y ese orgullo debiese redoblarse al ver los niveles de crecimiento y dinamismo económico presentados por el Gran Concepción.