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UDD en la Prensa

¿Quién quiere abrir una universidad?

 Daniel Contesse Strauss
Daniel Contesse Strauss Vicerrector de Innovación y Desarrollo

En 1900 una de cada cien personas en el mundo estaba inscrita en una universidad, número que ha escalado a uno de cada cinco en los tiempos actuales. La universidad es actualmente en el mundo y en Chile una institución mucho más masiva; es parte cada vez más esencial de la vida de las personas, de su crecimiento profesional y desarrollo personal. De ahí tal vez el hecho de que debates en torno a la educación superior alcanzan la masividad y relevancia que estamos viendo. ¿Cuál ha sido el efecto de la masificación de la educación superior en el mundo? Un estudio realizado por académicos del London School of Economics muestra que el aumento de la oferta universitaria tiene directo impacto sobre el desarrollo de los países. En particular, el estudio muestra cómo el aumento en el número de universidades está positivamente asociado a la tasa de crecimiento medida por PIB per cápita. Llegan a concluir que la duplicación del número de universidades explica un crecimiento del PIB per cápita de 4% en el futuro. En fácil, a más universidades, más progreso y mayor bienestar.
Las universidades contribuyen de muchas maneras, formando capital humano, fortaleciendo la cultura, generando innovaciones y nuevos emprendimientos, desarrollando mayor cultura cívica y valor por la democracia, aumentando el poder adquisitivo y consecuentemente la demanda, apoyando el desarrollo productivo y desarrollando los lugares geográficos donde se instalan, entre muchos otros. Sin duda que las universidades han sido un aspecto clave en el tremendo progreso social y económico que el mundo ha vivido en el último siglo.
En un tiempo en que nos estamos preguntando cómo seguimos creciendo, cómo progresamos para ofrecer a las personas más y mejores oportunidades; cuando la discusión pública gira en torno a cómo logramos ofrecer oportunidades de desarrollo a todos los chilenos, se esperaría que parte del debate estuviera en torno a facilitar la creación de nuevos proyectos universitarios. Pero estamos en el mundo al revés. ¿A quién en su sano juicio se le ocurriría hoy fundar una nueva universidad? ¿Qué loco está pensando usar su talento emprendedor, innovador y de gestión para crear una nueva propuesta universitaria para Chile? Lamentablemente, cuando justo lo que necesitamos es más oferta y diversidad universitaria, todas las señales apuntan en la dirección contraria. Se busca disminuir la diversidad en la oferta, generar mayor dificultad para emprender nuevos proyectos, disminuir el espacio a los proyectos privados. En resumen, hacer cada vez más difícil que surjan nuevas alternativas.
A lo largo de nuestra historia existieron muchas personas muy capaces, emprendedoras, comprometidas con el país y jugadas por formar a las futuras generaciones que decidieron usar sus talentos para crear nuevos y mejores proyectos universitarios. Estas personas podrían haber dedicado sus capacidades a otras actividades, pero optaron por dejar un legado indeleble, legado que sin duda ha jugado un rol clave en el desarrollo que este país ha logrado. Me pregunto si entre las nuevas generaciones, donde sin duda hay personas muy capaces y emprendedoras, habrá alguien pensando en este camino. ¿Habrá algún joven emprendedor poniendo su talento al servicio de crear nuevas propuestas, de desafiar a los actores actuales, de ofrecer nuevas alternativas a los futuros estudiantes? Muy probablemente no. Si los autores del estudio tienen razón, veremos prontamente que esto implicará menos progreso y menos bienestar para los chilenos, justo lo contrario a lo que se dice se quiere lograr.