¿Qué Enseñamos Cuando Enseñamos Innovación?
Hemos tenido la suerte de ver a tres generaciones de estudiantes pasando por distintos programas de aprendizaje de la innovación. No sólo nos damos cuenta que la innovación se puede enseñar sino que también sabemos que da frutos.
¿Enseñamos conceptos? Sí. ¿Enseñamos metodologías? Sí. ¿Enseñamos herramientas? Sí. Pero todo ello lo puede usted encontrar en Google pues es información y conocimiento disponible ya para todos. Lo que nos ha enseñado este tiempo, es que lo que marca la diferencia a la hora de innovar, son las habilidades y actitudes. Estas no se pueden enseñar de forma teórica. Tienen que surgir de la propia práctica de intentar innovar; de practicar la innovación. Para ello se requiere fundamentalmente de 3 ingredientes que debiesen estar presentes en todo proceso de desarrollo de habilidades para la innovación:
i) trabajo en torno a proyectos y desafíos reales;
ii) conversación, diálogo y fricción en torno a equipos de trabajo;
iii) conexión virtuosa de saberes interdisciplinarios.
Estos 3 ingredientes, en la cantidad apropiada, nos permiten generar habilidades y actitudes claves para innovar y emprender. ¿Cuáles son estas habilidades y actitudes? Nuestra experiencia nos dice que las principales son: la capacidad de observar de forma consciente la realidad que rodea los contextos en que nos movemos; experimentación, prueba, ensayo y error; cuestionamiento del status quo; resolución de problemas de forma creativa, con un acercamiento inconformista, pero eficiente; capacidad de iniciativa, implementación y ejecución; estímulo al compromiso y el involucramiento; tolerancia a la frustración que el propio proceso de innovación provoca.
Este es el fundamento basal desde el cual contribuimos a generar sujetos capaces de abordar sus propias circunstancias y las de otros en búsqueda de soluciones creativas que generen impactos positivos sobre la calidad de vida propia y la de los que nos rodean.