Puentes de confianza
Existe un viejo proverbio africano que dice: “si quieres ir rápido hazlo solo, pero si quieres llegar lejos hazlo con otros”. Estas palabras nos introducen a un tema tremendamente relevante en el momento político que está viviendo Chile hoy. Este es, la incapacidad de construir acuerdos entre el gobierno, la oposición y los dirigentes sociales para que el país pueda avanzar, situación provocada en buena medida por el debilitamiento de las confianzas.
Según Jon Elster, cientista social noruego, la confianza es el cemento de una sociedad y lo que la mantiene unida. Distintos estudios sobre el fenómeno de la confianza sugieren que ella es clave para el desarrollo económico y la estabilidad política. Sin ir más lejos, los países más desarrollados y las democracias más estables son aquellas que poseen mayores niveles de confianza.
Pero ¿cuál es la lógica que vincula estos factores? Básicamente, la que teóricos como Pierre Bourdieu, James Coleman y Robert Putman, han denominado la lógica del capital social, vale decir, el conjunto de procesos asociativos, redes, instituciones, normas y reglas que dan certeza a nuestras acciones y que, finalmente, aumentan nuestro bienestar.
Una sociedad con altos grados de desconfianza es aquella en la que los costos de transacción serán por definición más altos y, por esa causa, los niveles de inversión serán bajos. Una sociedad donde no se confía en las promesas de los otros, los contratos -sean estos comerciales, políticos o sociales- se hacen más caros. Una sociedad donde las personas no confían en la ejecucuón de las leyes, éstas tienen a actuar al margen de ella, lo que encarece su cumplimiento y, por esa vía, el ejercicio de derechos.
Una sociedad con bajos niveles de confianza termina transformándose en una donde el cumplimiento de las normas no es parte de las convicciones de cada persona, sino simplemente el resultado del reforzamiento punitivo de dichas normas. El mejor ejemplo lo encontramos en el cuidado de los bienes públicos: no es lo mismo tener la convicción de que éstos deben ser protegidos, a tener un ejército de policías para evitar que las personas los dañen.
En general, todas las actividades que llevamos a cabo diariamente, suponen cierto grado de seguridad en que las cosas ocurran de una manera y no de otra. Cuando esto no sucede, las personas dejan de ocupar las instituciones formales y los sistemas sociales comienzan a deteriorarse.
A principios de la década pasada, un 20% de los chilenos declaraba que se podía confiar en la mayoría de las personas. Esa cifra hoy disminuyó a un rango que varía entre 12 y 17% , según revelan distintas encuestas.
El desafío que hoy tenemos como país, es construir esas confianzas indispensables, no solo para la buena convivencia, sino que para permitir el desarrollo y crecimiento de nuestro Chile.