Preocupantes sesgos del comité de expertos
Recientemente, el Ministerio de Hacienda convocó a dos comités de connotados expertos para que estimen dos variables económicas relevantes para definir el Presupuesto del año siguiente: el PIB tendencial y el precio de referencia del cobre.
En Chile, el crecimiento del gasto público está definido por ingresos fiscales permanentes (o estructurales) y no por ingresos efectivos de un determinado año. Esto permite, tal como lo haría cualquier familia, tomar decisiones responsables de gastos, sobre la base de los ingresos que se espera recibir en ausencia de eventos extraordinarios (positivos o negativos). En un horizonte largo de proyección, existirán ocasiones en que las estimaciones sean pesimistas y, en otras, optimistas. Pero también se espera que la suma de los errores de proyección se cancele en el tiempo y sea cercana a cero.
Cuando se analiza en la literatura la evolución de los errores de proyección de una determinada entidad, como el comité de expertos , hay al menos dos preguntas que uno debería responder. La primera es si los errores de proyección tienen sesgo positivo o negativo. En un ejemplo cotidiano, es la pregunta que usted se haría respecto de por qué después de lanzar 100 veces una moneda le resultan más “caras” que “sellos”, cuando esperaba un resultado de 50/50. En la estimación del PIB tendencial, podemos concluir que los errores de los comités de expertos tienen sesgos a sobreestimarlo en 0,8 puntos (y hasta 1,4 puntos en un horizonte de cuatro años). En términos prácticos, significa que el gasto público pueda crecer un punto más de lo debido en el Presupuesto del año siguiente para una determinada meta de balance estructural. Y en el mediano plazo, el error es aún mayor, lo que dificulta las promesas de reducir el déficit estructural.
La segunda pregunta es cuál es el origen de estos sesgos optimistas. Siguiendo el mismo ejemplo, ¿por qué razón al lanzador de la moneda (y no al resto), le resultan más “caras” que “sellos” de las esperadas? Richard Thaler, Premio Nobel de Economía y profesor de Chicago Booth, al intentar explicar los sesgos positivos, decía que el comportamiento futuro de las personas está anclado en sus decisiones pasadas, lo que podría explicar la dificultad de reconocer cambios en la tendencia del PIB.
Un ejemplo concreto fue que, a partir de 2015 -que para muchos economistas fue un punto de quiebre en la tendencia-, habiéndose aprobado la reforma tributaria, los expertos mantuvieron desde ese año hasta 2017 una proyección de crecimiento de largo plazo en torno a 5%. Es más, el experto que estuvo más cerca del valor real en cada año, catalogado como el más “pesimista”, por la metodología definida, es eliminado de la muestra para efectos del cálculo final del PIB tendencial.
La solución a este hallazgo no es obvia. Pero la conclusión es una clara advertencia para las autoridades ante la constatación de que existe este sesgo y que, mientras no se logre mitigarlo, debería incorporarse un margen prudencial en las estimaciones del PIB tendencial, que se actualice en el tiempo, evitando que estos errores sistemáticos traduzcan en un mayor deterioro de nuestras ya estrechas finanzas públicas, tal como lo ha señalado el Consejo Fiscal Autónomo. Sabemos que errar es humano, pero persistir en el mismo error y en la misma dirección, por muy experto que sea, es aún más humano.
“Los comités de expertos tienden a sobreestimar el PIB tendencial en 0,8 puntos. En el mediano plazo, el error es aún mayor, lo que dificulta las promesas de reducir el déficit estructural”.