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UDD en la Prensa

Por sus frutos los conoceréis

 Federico Valdés Lafontaine
Federico Valdés Lafontaine Rector

Cualquiera que mire con una mínima dosis de objetividad la evolución del sistema de educación superior, no puede dejar de reconocer el enorme aporte que han hecho las universidades privadas al país desde que hace 30 años se dictó la ley que permitió su creación.
Bajo este esquema surgieron numerosas instituciones de Educación Superior que permitieron el acceso a decenas de miles de chilenos a ella.
Durante mucho tiempo, la frontera que separaba universidades privadas y públicas aparecía dibujada con nitidez. Con el paso de los años, esos límites han desaparecido, en la medida que algunas privadas se han consolidado como instituciones de educación superior de excelencia.
Varias de ellas ofrecen una formación académica del más alto nivel y han logrado que sus profesionales hayan ingresado competitivamente al mercado laboral.
El aporte que estas instituciones han hecho y hacen al sistema universitario nacional y a la sociedad chilena es cada vez más sólido y evidente, sumando a la docencia de pre y postgrado las actividades de investigación y extensión.
Hoy, la calidad es el factor más importante que permite diferenciar entre universidades. El añejo argumento usado reiteradamente respecto a que las universidades tradicionales eran las únicas selectivas y de calidad quedó desmentido por los resultados del Proceso de Admisión 2012. Por primera vez, este año ocho universidades privadas se sumaron al sistema de Admisión Único de las Universidades del Consejo de Rectores de Chile (CRUCh).
Estas universidades privadas aceptaron el desafío y pasaron la prueba con notable éxito. En efecto, entre las 10 que recibieron alumnos con los mejores puntajes, cuatro pertenecían al grupo de las ocho nuevas participantes —Universidad del Desarrollo, Universidad de Los Andes, Universidad Adolfo Ibáñez y Universidad Diego Portales— y seis a las del Consejo de Rectores de Chile.
Los procesos que realiza la Comisión Nacional de Acreditación (CNA) son otro indicador de los niveles de calidad alcanzados por las universidades. No es casual, por ejemplo, que todas las instituciones mencionadas anteriormente estén acreditadas por cinco años o más. Y aunque claramente se requieren algunas mejoras del sistema, la acreditación ha constituido un aporte en materia de información y transparencia.
Por otra parte, todas las universidades que buscan la excelencia invierten importantes recursos para contar con los mejores profesores y tener la infraestructura y equipamiento adecuados para efectuar su tarea. Igualmente, en un mundo globalizado como el que nos toca vivir, estas universidades se han preocupado de estrechar vínculos internacionales, buscando alianzas estratégicas con algunas de las instituciones de educación superior más importantes del mundo, entidades que jamás habrían ligado su nombre a universidades que no tuviesen altos estándares de prestigio, además de alta calidad en el campo de la investigación y la docencia.
Hoy, hay algunos sectores que minimizan el hecho de haber logrado un incremento tan significativo en la cobertura de la educación superior. Desde la perspectiva del desarrollo nacional, es evidente que se trata de un gran avance.
La evolución de la institucionalidad en educación superior es lo que ha permitido que un gran número de chilenos sean los primeros de sus familias en ingresar a la universidad. Más de la mitad de los jóvenes del país estudia en universidades privadas. Si éstas no existieran ¿dónde se formarían? Decir lo anterior no es obstáculo para advertir también que algunas de las críticas respecto a las mejoras cualitativas que es necesario introducir tienen fundamentos válidos. El debate desprejuiciado que se genere en torno al tema, sin duda será valioso para Chile.
Desde de sus orígenes, más por razones ideológicas que por otros motivos, el sistema que se estableció en 1981 para la educación superior ha estado sometido permanentemente a cuestionamientos. En este sentido, las discusiones en torno al futuro de la educación superior deben apuntar a mejorar la calidad y a la equidad, y no a ahogar un sistema que tanto ha contribuido al desarrollo nacional.