¿Podemos hacer que la gente vote más?
Podemos hacer que la gente vote más? « Responder esta pregunta no es fácil. A primera vista, resulta muy seductora la idea de que cuando los costos de votar son mayores que los beneficios, la gente no vota. Ciertamente, es una muy buena explicación, sólo que requiere ser determinada; es decir, identificar qué contenidos tienen esos costos y beneficios. El desafío consiste en responder por qué las cosas ocurren de este modo. Por otra parte, es interesante ver qué países con altos niveles de desarrollo y voto voluntario tales como Suecia, Suiza, Estados Unidos, Francia y Alemania, entre muchos otros, presentan algunas diferencias notables. A modo de ejemplo, Suecia tenía niveles de participación cercanos al 82% en 2010 en elecciones parlamentarias y 81,5% en municipales. Por su parte, Suiza tiene niveles de entre el 40% y 44%, según se trate de elecciones parlamentarias o municipales (el ejemplo resulta interesante, por cuanto en las elecciones locales hay mayor participación que en las elecciones nacionales). Sin embargo, no es el caso para todos los restantes países mencionados. Desde otra vertiente, la evidencia para distintos países, que incluye más de 1.500 elecciones (ver IDEA), muestra que el porcentaje de participación medido en relación con el número de inscritos viene disminuyendo dramáticamente en Cuando una elección es percibida como definida de antemano, existen menos incentivos para ir a las urnas y el candidato fuerte tiene también menos incentivos para invertir recursos en su campaña». EUGENIO GUZMÁN ASTETE Decano Facultad de Gobierno Universidad del Desarrollo elecciones parlamentarias desde 1946 (cerca de 30 puntos porcentuales). No obstante, al analizar la participación en relación con la población en edad de votar, dicho porcentaje se ha mantenido prácticamente inalterado, en torno al 60% en 60 años.
Existe bastante evidencia de que al menos dos factores parecen explicar la menor participación.
Primero, el hecho de ser joven y que mientras más se posterga la incorporación al proceso político de votación menos probable será votar en sucesivas elecciones. Y segundo, cuando una elección es percibida como definida de antemano, como sucede cuando hay un candidato muy fuerte y otro (s) muy débil, existen menos incentivos para ir a las urnas y, al mismo tiempo, el candidato fuerte tiene también menos incentivos para invertir recursos en su campaña.
En el caso de nuestro país, desafortunadamente aún no tenemos cifras oficiales del nivel de participación, y lo que se presenta en el Servel como es usual, es engorroso de analizar y demanda tiempo y recursos para hacerlo (formatos pdf comuna por comuna, etc.).
Ahora bien, en el caso de las elecciones de 2012, se pueden observar algunas tendencias internacionales. Primero, son elecciones que atraen menor interés (ha sido así desde 1992). Segundo, los jóvenes al parecer votaron en menor medida, a juzgar por los resultados preliminares de mesas nuevas; sin embargo, aún no tenemos certeza al respecto. Tercero, es probable que las comunas con candidatos incumbentes ejercieran menor interés de parte de sus adherentes y de los candidatos de desplegar mayor trabajo en terreno: el resultado parecía «claro». Cuarto, el cambio desde un sistema obligatorio en que antes quienes votaban una vez quedaban inscritos para siempre a otro voluntario, generaba un ambiente poco propicio para ir a sufragar; «por fin» muchos se liberaban de esta carga. Quinto, como ha señalado Axel Buchheister, el haber construido un padrón sólo atendiendo a la información del Registro Civil, sin otros mecanismos que aseguraran la verificación de domicilios, mantuvo los mismos problemas del anterior padrón, como el que gente que vivía en una comuna debía trasladarse a otra para votar. Sexto, si a esto sumamos la percepción de que ir a votar tomaría horas y horas de filas, es evidente que los incentivos para sufragar fueron menores.
En estos momentos se ha planteado la idea de incorporar sistemas electrónicos o vía web para votar. Hace ya 15 años me tocó abordar el tema en un documento de Libertad y Desarrollo. La acogida en ese momento del Gobierno y del Ministerio del Interior fue bastante positiva; no obstante, las instituciones a cargo de activar el tema no fueron receptivas. Hoy, cuando existe mayor consenso, es probable que se avance más al respecto. Sólo que lo importante es aprender de otras experiencias y que la evaluación del cambio sea lo más rigurosa posible. En todo caso, cualquier modernización al respecto no debe ser entendida como un sustituto de los problemas de fondo; esto es, de la activa participación de partidos y candidatos para motivar a sus electores.