Participación digital y campaña política
En un país como Chile, en que los mayores de 34 años pasan 11,6 horas al día conectados a sus celulares, y los jóvenes, 12,7 -según el estudio ComScore de 2016-, no considerar la participación digital en las campañas políticas puede ser un despropósito.La tecnología es una herramienta de difusión para una sociedad más informada y cívicamente responsable.
Es en internet donde se generan conversaciones en línea, se comparte información a través de las redes sociales o se crean contenidos en forma de videos por medio de los tan difundidos memes.El académico norteamericano Henry Jenkins, a través del «Proyecto de Nueva Alfabetización Mediática», propone el concepto de cultura participativa ligado al uso de las nuevas tecnologías.
Señala que las expresiones digitales que provienen desde la sociedad civil y no de los agentes tradicionales agregan valor a la estructura final, ya que son usuarios comprometidos con una causa. La participación digital en todos los campos, afirma, es en sí misma una habilidad o una competencia que poseen especialmente los jóvenes e invita a que la sociedad lo considere para encantarlos con el mundo cívico. Si bien este concepto tiene acercamientos a la vida social y a la participación política, hay que aclarar que no todos los usuarios participan de la misma manera.
Mientras algunos optarán por una participación de escritorio -por medio de tuits o retuits de candidatos o marcando likes -, otros sí buscarán desarrollos para informarse efectivamente.En la práctica, una cultura de participación digital se entiende como estar o no de acuerdo frente a ciertos acontecimientos, tendencias u opiniones de diversa índole, incluido lo político.
Aunque esta conducta muchas veces se relaciona con el activismo político y no siempre es de discusión pacífica -sabemos de la agresividad que inunda a Twitter-, las plataformas digitales que se centran en formar opinión, desarrollar acciones concretas o denunciar abusos o malas gestiones suelen ser exitosas.
Su desafío es encantar a los nuevos votantes en un escenario complejo de apatía electoral. Cuando es la sociedad civil -universidades, centros de estudios, ONG- la que utiliza la tecnología como herramienta de participación digital, puede ser incluso más efectiva.
Un ejemplo es la aplicación móvil «Elecciones 2017» -que ha impulsado la Universidad del Desarrollo en el contexto de un trabajo colaborativo entre profesores y alumnos de diversas facultades-, que busca dar a conocer entre las audiencias jóvenes las propuestas de los candidatos presidenciales y parlamentarios. Vivimos en un momento donde a los ciudadanos les está permitido identificar, debatir y aclarar propuestas políticas y decisiones para que sus aportes sean considerados por los políticos y las instituciones.
Es entonces cuando la participación digital juega un rol clave. Un candidato que hace uso de las herramientas digitales romperá la barrera de la llamada «economía de la cola larga», término acuñado por Chris Anderson para explicar cómo la información en internet es más efectiva cuando se clasifica según nichos.
Según esta lógica, un político debería viralizar sus propuestas y acciones a través de Facebook Live, por ejemplo.
Aunque no existe evidencia que intencione decisión de voto, sí reencantaría al electorado para ir a las urnas. Incluso el espacio de propaganda política en televisión es una oportunidad para la plataforma digital.
Los candidatos -especialmente los que cuentan con pocos segundos televisivos- podrían utilizar la lógica de la participación digital para su campaña televisiva, por ejemplo a través de la realización de memes. Lo esperable en este período de propaganda es que los candidatos no solo utilicen Twitter y Facebook, sino que construyan bases de datos de sus potenciales electores para llegar a ellos con mensajes efectivos y chequeables, sobre todo en el nuevo escenario de la posverdad y noticias falsas que vivimos.El gran desafío de la participación digital política, por tanto, es construir reputación para generar seguidores entregando información seria, rigurosa y verdadera, no solo para combatir el enorme volumen de rumores que circulan en la red, sino también para generar mecanismos de participación conectados con los tiempos y las personas que se quieren conquistar.
Nicole Forttes, directora Smartlab UDD Vicerrectoría Innovación y Desarrollo
Karim Gálvez, Facultad de Comunicaciones