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Otras lecturas de la CEP

 Eugenio Guzmán Astete
Eugenio Guzmán Astete Facultad de Gobierno, Facultad de Educación (I)

Hace ya 17 años, en mayo de 1995, el CEP realizó una encuesta en la que se efectuaba una serie de preguntas acerca de los roles al interior de la familia y de la mujer en el mundo laboral. Transcurrido estos años casi una generación después, en 2012 muchas de esas preguntas han sido incorporadas en el mismo cuestionario. ¿Cuáles son esas interrogantes y qué cambios muestran? Dada la estrechez de espacio, sólo mencionaré algunas.
El primer cambio lo visualizamos en las percepciones respecto de la participación laboral femenina en relación con la familia y el matrimonio. Así, frente a las afirmaciones «Si la mujer trabaja es más probable que la pareja se separe» y «Si la mujer no trabaja los hijos tienen mejor rendimiento escolar» en 1995 el 54,8% y el 64,4%, respectivamente, consideraban que eran verdaderas; en 2012, dichos porcentajes habían caído a 38,2% y 49,6%. Además de significativos estos cambios son de gran magnitud: 16 y 15 puntos porcentuales.
No deja de sorprender ese 38% que piensa que existen mayores posibilidades de separación cuando la mujer trabaja, puesto que pone de relieve lo que distintos autores han mencionado como una causa de las tasas de divorcio en países desarrollados, dado que la mayor independencia y autonomía económica de la mujer le permiten tolerar en menor medida situaciones de crisis que antes podían soportarse a raíz de la dependencia. No obstante, el compromiso y satisfacción marital siguen siendo mejores predictores de disolución que la autonomía.
En cuanto a que prácticamente el 50% de los encuestados considere que el trabajo femenino tiene efectos en la educación de los hijos, no hay una explicación fácil; sin embargo, de una u otra forma refleja la importancia de la presencia de los progenitores en la enseñanza que muestran diversos estudios. En todo caso, la encuesta provee otros antecedentes que vienen a refrendar esta situación.
En concreto, cuando se pregunta respecto de quién realiza una serie de actividades regulares en el hogar —tales como «ayudar a hacer las tareas (de los hijos) del colegio», las «relaciones con el colegio», la «disciplina de los hijos» y «decidir qué programas de TV se ve en familia»—, aunque se aprecian cambios significativos en los últimos 17 años, el porcentaje de encuestados que sostiene que éstas son labores que principalmente aborda la mujer es entre dos y tres veces mayor que el que señala al hombre.
A modo de ejemplo, en «ayudar con las tareas» un 37,8% declara que lo hace «sólo o principalmente la mujer» y únicamente el 9,6% los hombres. En cuanto a las «relaciones con el colegio», el porcentaje es mayor, llegando a 44%. Finalmente, en relación con la percepción acerca de quién «desempeñaría mejor una determinada profesión o cargo», el cambio en la percepción de que ambos lo harían bien por igual es significativo: más del 70% en promedio.
En la mayoría de los casos, el aumento en dicha percepción supera los 20 puntos porcentuales desde 1995; es decir, en funciones y profesiones tales como Presidente de la República, ministro, piloto de avión comercial senador o diputado, y gerente de empresa, se estima que ambos (hombres y mujeres) los pueden desempeñar por igual.
No obstante, en el caso de piloto comercial, aún en 2012 el 43,9% piensa que lo haría mejor un hombre. Todos estos antecedentes atestiguan que la sociedad chilena ha experimentado cambios significativos en la percepción de las personas, lo que claramente plantea nuevos desafíos para promover la incorporación de la mujer al mundo laboral —la que aún es baja en el país—, pero también la necesidad de impulsar fórmulas para compatibilizar sus labores profesionales y familiares, que aún generan tensiones importantes.