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UDD en la Prensa

Otra cara de la violencia de género

 Massiel Guerra
Massiel Guerra Profesora Investigadora, Facultad de Economía y Negocios

Cuando apreciamos las constantes denuncias de femicidio, no podemos menos que horrorizarnos ante el maltrato hacia la mujer propio de una cultura machista y distorsionada. Estas son las expresiones más horrorosas de la violencia de género, pero no las únicas. En los espacios laborales, la única violencia de género reconocida en Chile es el acoso sexual. Sin embargo, la desvalorización e invalidación de la mujer a través de la negación de espacios de participación y la discriminación salarial son también expresiones de violencia, que apuntan a relegar a la mujer a posiciones secundarias. Esto casi nunca es explícito, y por ello es tan difícil encararlo, creándose una verdadera trampa de violencia. Nos encontramos así en un terreno ambiguo, propio del doble estándar, del «sí pero no», lo cual es una práctica violenta que apunta a mermar a la mujer, tanto en su autoestima como en sus posibilidades de participación. Sin ir más lejos, la ley de igualdad salarial no es más que un reconocimiento de ello. «¿Por qué te voy a subir el sueldo si tu marido también trabaja?», decía un gerente general de una importante empresa a su gerenta de RRHH. Como si el trabajo de una mujer no valiera en sí mismo. Es violento -por la injusticia que conlleva- (y hasta de mal gusto) que una mujer deba validarse una y otra vez ante sus pares varones. Es violento, por lo abusivo, que sin importar formación o experiencia, se pretenda que ellas acepten cualquier oferta de retribución salarial. Es violento que a la mujer se le pidan elevados niveles de escolaridad para llevársela de «paseo» por toda la escala jerárquica de una organización antes de darle -en el mejor de los casos y después de muchos años- un puesto de alta responsabilidad. Todos sabemos que en muchas organizaciones, para que una mujer ascienda, debe salir un hombre, y en muchos casos ahí está la piedra de toque. Sólo tendremos organizaciones modernas una vez que seamos capaces de abrirnos al talento humano diverso. No se trata de guerra de sexos, se trata de complementariedad, reconocimiento mutuo y respeto. Es hora que sepamos que verbal, sexual, física o institucional, es violencia igual.