Oportunidades y riesgos
Un país que no se mira reflexiva y creativamente a sí mismo, no camina con paso firme hacia el futuro. Es por ello que el anuncio de la Presidenta Michelle Bachelet en cuanto a crear un canal cultural, es una excelente noticia, llena de oportunidades y riegos.
Numerosos estudios demuestran que los chilenos criticamos la calidad de nuestra televisión. Cada vez es más evidente la falta de riqueza y variedad en sus contenidos y formatos. Por tanto, la ciudadanía tiene el anhelo de contar con una televisión abierta (de libre-gratuita recepción) que ofrezca producciones que aporten una mirada vasta y creativa de lo que somos, de lo que hacemos. Una televisión que vaya más allá de la mera entretención y que dé un salto hacia contenidos que nos ayudan a disfrutar de nuestro patrimonio cultural-artístico y a comprendernos identitariamente.
Este anuncio pone en nuestras manos un poderoso y complejo desafío: construir un canal que esté protegido de las distorsiones del people meter y que no se conforme con ser un medio sólo «depositario de producciones culturales», pero sin nervio y pulso televisivo, sin entender que son contenidos que se transmiten en una vibrante pantalla televisiva del siglo XXI.
¿Cómo debiera ser este canal cultural? Debe entender la cultura como una expresión viva del ser nacional, un fenómeno en movimiento, respirando hoy nuestro modo de ser… no un bonito objeto de museo; debe ser amplio y representativo de las numerosas y ricas áreas de expresión artístico-cultural de la cultura popular y de elite. Que exprese nuestra diversidad en lo social, lo étnico, lo etáreo, lo territorial-regional, y las variadas sub-culturas urbanas y rurales; debe ser un canal que, no por su apellido «cultural», deje de tener una férrea vocación de conectar con el público. Debe desarrollar una fuerte y atractiva «marca cultura-TV», asumiendo el marketing como una herramienta valiosa e ineludible. Que se nutra de investigaciones y estudios de audiencia para tomar el pulso a los chilenos.
Este canal debe ser también una pantalla con mirada reflexiva y crítica de las diversas expresiones de nuestro ser nacional; por tanto, no sólo una muestra autocomplaciente de la cultura. Además, debe aunar esfuerzos del espectro creativo audiovisual, donde la TV el cine, el documental, el video como arte visual, sean herramientas que hagan sinergia.
Finalmente, debe ser un canal moderno que no esté anclado en las viejas concepciones televisivas de lo cultural, sino que sea reflejo de Chile y el mundo del siglo XXI, incorporando los nuevos lenguajes, estéticas y tecnologías audiovisuales.
Como en todo, no hay que partir desde cero. Chile tiene historia valiosa al respecto y podemos mirar logros en televisión cultural conectada con las audiencias. «El Show de los Libros» y «Cine & Video»; espacios de Canal Rock & Pop, como «Plan Z» y «Gato Por Liebre», entre otros. Pero sería un error creer que se trata de resucitar aquello que funcionó antaño, en otro contexto.
Tan alto desafio debe estar acompañado por un presupuesto coherente con su misión. El canal, definido por la Presidenta como sin publicidad, requiere de un financiamiento fuerte para que sea lo que puede y debe ser. Está en nuestras manos inyectar en este proyecto toda nuestra energía y creatividad para construir un canal que empiece a hacer historia.