Nuevos vientos, nuevos desafíos
El nuevo aire que se percibe en las expectativas es un ingrediente fundamental para poder lograr cambiar el rumbo de la economía. Pero siendo algo necesario, no es suficiente.
Estos nuevos vientos necesitan ser reforzados por medidas concretas que vayan despejando el camino para que se logre reencauzar la energía y el potencial emprendedor que hay en el país.
El pobre desempeño económico del último cuatrienio, junto a la inédita secuencia de cuatro años consecutivos con una caída en la inversión, nos condujeron a un pantano del cual hay que salir con rapidez.
Es cierto que el panorama global de la economía mundial, siendo favorable por el crecimiento que se observa, presenta elementos de incertidumbre.
Pero así como sostenemos que el contexto de la economía internacional no fue el factor fundamental que explica el deterioro local observado en los últimos cuatro años, también decimos que la recuperación que el país necesita no debería quedar condicionada a lo que ocurra más allá de nuestras fronteras.
Desde esta perspectiva, la agenda anunciada por el ministro de Economía ciertamente va en la dirección correcta: agilizar inversiones, eliminación de trabas, revisión del marco regulatorio para mejorar la competitividad de la economía y fortalecer las bases para poder insertarse con éxito en la economía del futuro son todos elementos esenciales para solidificar la cadena productiva del país.
En este proceso, el emprendimiento y la innovación están llamados a jugar un rol fundamental, y para esto aumentar el grado de competencia en los mercados, facilitando el que nuevos entrantes puedan “desafiar” a los actores tradicionales, puede ser un gran catalizador.
Asimismo, las empresas de menor tamaño tienen un importante rol que jugar en esta etapa, pero para esto es de vital importancia que logren ir aumentado sus niveles de operación, porque es ahí donde radican los aumentos en productividad que pueden generar las pymes.
Para un país con vocación exportadora que aspira a integrarse con éxito a la nueva revolución industrial en marcha, basada en el conocimiento, las más poderosas políticas industriales que se puede desplegar son las que permiten construir un entorno adecuado para el emprendimiento y la innovación, las que permiten mejorar la calidad de la educación de su población, y aquellas que posibilitan reforzar la competitividad internacional en el ámbito tributario, laboral y regulatorio.
El nivel del tipo de cambio real juega también un rol de vital importancia en este contexto, y para ello una política fiscal que fomente el ahorro -público y privado- resulta fundamental.
Los ámbitos en los que se requiere intervenir son amplios y variados, pero es imperativo hacerlo para que el país pueda retomar con rapidez la senda del desarrollo