No nos traten como a niños
En la película Minority Report, una agencia del gobierno se convence de que puede ver el futuro. Usando a superhumanos telepáticamente dotados el Estado persigue a «criminales» que nada malo han hecho. El 9 de marzo pasado, el gobierno chileno implementó una política de «tolerancia cero» de alcohol para los conductores. Conducir en estado de ebriedad es peligroso e irresponsable, nadie lo duda. Pero para la Ley de Tolerancia Cero ese no es el crimen.
Muchos de los afectados por esta ley no habrán hecho nada malo. Lo que debiera hacerse es castigar a posteriori los daños reales, los verdaderos crímenes. La regulación ex ante es para los niños. Vuelva a casa directamente después de la escuela. Vaya a la cama temprano. No manipule adornos de porcelana en las tiendas. Se busca prevenir daños que pudieran ocurrir, incluso si no estamos seguros de qué tipo pueden ser estos daños. Pero las reglas hechas para los niños infantilizan a los adultos. Nosotros castigamos a los adultos cuando de verdad hacen algo mal. Los adultos no tienen toque de queda, son capaces de conducir y son responsables de llegar a su trabajo a tiempo. Los adultos pueden tomar adornos de porcelana en las tiendas. Por supuesto, si se nos cae el adorno y se rompe, debemos pagar por ello. De hecho esto es lo que la «responsabilidad» significa: actuar con cuidado, evitando conductas de riesgo y asumiendo las consecuencias si se es descuidado.
Si el Estado nos trata como niños, actuamos como niños. En cambio, ser tratado como un adulto nos hace actuar como adultos, con una posición de confianza en la sociedad. La verdad es que conducir después de haber consumido una pequeña cantidad de alcohol no genera algún daño o problema inherente. La cantidad de alcohol que es peligrosa es muy diferente para cada persona, y ningún agente de gobierno puede recurrir a habilidades telepáticas para predecir cuál sería este límite.
La Ley de Tolerancia Cero castiga una posibilidad de un riesgo de daño con un umbral absurdamente bajo. La mayoría de nosotros no nos vemos afectados de manera apreciable por una cantidad de alcohol inferior a dos bebidas en el transcurso de una cena o fiesta de dos horas. Los defensores de la tolerancia cero objetan que la tasa de conductores ebrios debe reducirse tanto como sea posible. Hay dos problemas con este argumento. La primera, es que hay un valor en ser capaz de elegir como adulto, si se toma o no un trago en un ambiente social.
La idea de que se puede o se deben eliminar todos los riesgos en una sociedad moderna es una fantasía que los padres imponen a los niños. El segundo problema es que los accidentes más graves de conducción bajo la influencia del alcohol, son el resultado de infractores reincidentes y no de un adulto que había bebido dos vasos de vino. Los políticos y la policía están montando un evento teatral para mostrarnos lo mucho que quieren protegernos de nosotros mismos. Pero lo que realmente están haciendo es actuar como niñeros. Tratadas como adultos, las personas son capaces de actuar como tales. La tolerancia cero es una mala política y debe ser derogada.