No es falta de ganas
En su reciente columna, Eugenio Tironi aventura una nueva hipótesis para explicar el estancamiento de la economía chilena: «Si la economía de Chile no crece más, es porque los chilenos no tenemos ganas… de trabajar más, de invertir más, de ahorrar más, de arriesgarnos más», concluyendo que hemos llegado al límite «socioemocional» del crecimiento potencial, no habiendo «energías endógenas» capaces de expandirlo. Discrepo absolutamente de este planteamiento: si hay algo que los chilenos tienen, es «ganas» de emprender, de invertir, de innovar. Lo que necesitan es un entorno propicio para poder desplegar todo su potencial emprendedor, que hoy día no está presente.
Vamos a un ejemplo reciente: el proyecto Dominga (US$ 2.500 millones) no está paralizado por «falta de ganas» de sus impulsores, sino que por una burocracia estatal que no les permite llevar a cabo la iniciativa, después de más de tres años de tramitaciones (esas sí que son «ganas»).
De acuerdo a los antecedentes que entrega el Global Entrepreneurship Monitor (GEM), Chile registra una de las tasas de emprendimiento más altas de la región y de los países de la OCDE: a partir de encuestas realizadas a más de dos mil personas, se observa que más del 25% de la población de entre 18 y 64 años de edad declara estar involucrado en algún emprendimiento, con una edad promedio de 39 años, y de los que no están emprendiendo, aproximadamente la mitad desearía hacerlo. El potencial y las ganas de los emprendedores chilenos son enormes.
Es efectivo que hay personas que llegada una cierta edad y habiendo consolidado una cierta posición, prefieren retirarse a sus cuarteles de invierno. Pero hay una gran masa de personas jóvenes que solo quieren una oportunidad y otros no tan jóvenes que quieren seguir creando empresas y realizando nuevos proyectos. Y aunque sea poco novedoso y algo aburrido insistir en el punto, cabe señalar una vez más que lo que se requiere es crear condiciones adecuadas para emprender, una carga regulatoria y tributaria razonable, un ambiente de competencia que introduzca tensión en las distintas industrias y un entorno que no demonice la búsqueda de ganancias como motor de la actividad económica.
En lo que sí estoy de acuerdo con Tironi es en la necesidad de abrir la puerta a más emprendedores extranjeros. Un país que aspira a convertirse en un polo regional de emprendimiento e innovación necesita nuevos talentos y nuevas visiones.