No es un fracaso
A primera vista las cifras de participación electoral de las primarias municipales llevadas a cabo el domingo recién pasado, podrían ser calificadas de desastrosas; pero el análisis del proceso electoral debe de incorporar diferentes variables. Una de ellas es que estas fueron las primeras primarias legales que se realizaron en 93 comunas del país, un proceso voluntario donde además no compitieron todos los partidos políticos lo que obviamente implica que no todos los ciudadanos se sintieron impulsados a participar debido a que sus fuerzas políticas quizás no estuvieron representadas en el proceso. Por lo que el 5,5% de participación no debe de ser entendido corno un fracaso del proceso.
Los principales desafíos que se presentan a futuro hay que plantearlos desde 2 perspectivas, a corto y largo plazo. A corto plazo, pensando en la elección municipal de octubre, es factible que la participación electoral será mucho mayor alcanzando porcentajes normales a lo que tradicionalmente se espera en una elección municipal (cercano al 40% o 50%). En ese sentido la labor que realicen los partidos, especialmente los partidos nuevos, en las campañas será fundamental para reencantar a la ciudadanía con la política y la participación electoral; como lo será la tarea de los candidatos, especialmente los que provienen desde fuera de la política tradicional (los outsiders) como Leopoldo Méndez que ganó la elección primaria en Valparaíso; quienes buscarán desmarcarse de las formas tradicionales de hacer política y posicionarse como una alternativa plausible en las elecciones.
Pero quizás los desafíos más importantes deben de proyectarse a largo plazo, por un lado realizar una redistribución de los lugares de votación, muchos de ellos están alejados de los hogares de los votantes y para algunas familias puede implicar un costo económico importante el poder ir a votar, no solo en términos de dinero invertido, sino que también del tiempo de traslado para llegar al lugar de votación; además de la necesaria depuración del padrón electoral, todo ello de la mano de una educación cívica efectiva, que no se limite a la sala de clases, sino que además implique el perfeccionamiento de una democracia participativa, donde no solo la ciudadanía se pronuncie en temas de cargos electorales, sino que también en la generación de iniciativas políticas que pueden contribuir a toda la comunidad.