Muertes violentas
Señor Director:
En lo que va del año, los casos de delitos violentos donde las víctimas son niños y niñas se han repetido, con su consecuente impacto para las familias que han sufrido la pérdida y también para quienes observamos con angustia lo que está sucediendo; se experimentan secuelas emocionales significativas y se pierde la confianza básica.
Es importante que la sociedad comprenda el deber que tiene de proteger el bienestar de los niños y las niñas que forman parte de la comunidad. Niños/as pertenecen a un grupo altamente vulnerable, porque dependen significativamente de los adultos, quienes debemos cuidarlos, protegerlos y entregarles un contexto seguro para su desarrollo integral. Nuevamente estamos al debe en esto como sociedad.
Mi llamado es a estar atentos/as a: las normas sociales y de género que crean un clima que normaliza la violencia, las políticas que mantienen las desigualdades económicas y sociales, las falencias en los sistemas de protección social, las deficiencias en la prevención del delito y la seguridad ciudadana. Estas dificultades configuran factores de riesgo en distintos niveles (individual, interpersonal, comunitario y social), que al no ser abordados adecuadamente generan las condiciones para que situaciones lamentables como las que han ocurrido sigan sucediendo. Por último, se hace necesario reconocer el impacto que estos hechos tienen en los miembros de la comunidad: temor, ansiedad, alta percepción de riesgo, lo que perjudica la salud mental, un ámbito donde ya tenemos historia de deficiencias significativas.