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UDD en la Prensa

Motor para el desarrollo

 Federico Valdés Lafontaine
Federico Valdés Lafontaine Rector

Las universidades son el motor de la investigación en Chile. Y aquí no sólo nos referimos a las tradicionales, pues no se puede desconocer el aporte creciente y cada vez más valioso que están realizando las universidades privadas en Chile.
Así se demuestra al revisar, los resultados del Ranking Iberoamericano SIR (Scimago lnstitutions Rankings) 2012 —que hace un análisis de la actividad investigadora de las instituciones de educación superior, a través de indicadores bibliométricos—, publicado recientemente. Este estudio —que se basa en toda la producción científica presente en la base de datos Skopus—, revela que las universidades privadas han ido desarrollando  importantes contribuciones, aportando con nuevos conocimientos en las distintas disciplinas científicas y tecnológicas.
En el sistema chileno, como es previsible, las universidades tradicionales son las que se ubican en puestos más altos en el listado de este ranking, pues el puntaje es proporcional a la antigüedad de la institución. Esto, debido a que la investigación es una capacidad que se adquiere lentamente, donde se requiere la formación de investigadores de alta especialización.
Y lo mismo sucede en el ranking con los planteles privados. Pese a ello, instituciones como la Universidad del Desarrollo se encuentran dando pasos agigantados en la creación de nuevo conocimiento, siendo hoy la segunda universidad que más puestos subió en el ranking (7 puestos) comparando los datos de2ony20i2 sólo detrás de la Universidad de Chile, que escaló 9 lugares.
Existen universidades privadas que se han enfocado en desarrollar investigación de calidad, conscientes de que sólo así podrán formar los profesionales de competitivos que el país necesita. Para ello, se han hecho importantes esfuerzos por aumentar su planta de investigadores e invertido en infraestructura adecuada. En 1990, cuando las universidades privadas comenzaban a tomar fuerza en el país, éstas sólo tenían el 1,2% de participación del total de los proyectos financiados por el Fondecyt (Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico) aprobados, mientras que las tradicionales se llevaban un 90.1% de la torta.
Hoy, el aporte hacia las primeras ha subido proporcionalmente mucho más, alcanzando a 4.9% entre 1990 y 2007. En circunstancias que los montos recibidos por las universidades tradicionales sólo se han incrementado en 1% en el mismo lapso. Al revisar el total de publicaciones ISI (Institute for Scientific Information) que registran las instituciones de educación superior del país en 2011.
La participación de las privadas orientadas a la labor investigativa ha aumentado significativamente en comparación con lo que ha sucedido con muchos planteles tradicionales. A tres décadas de su creación, estas cifras no hacen más que demostrar el creciente aporte que las universidades privadas han hecho, validando la investigación y el desarrollo como un bien público, conscientes de que éste es el motor de crecimiento de Chile.
A tres décadas de su creación, estas cifras no hacen más que demostrar el creciente aporte que las universidades privadas han hecho, validando la investigación y el desarrollo como un bien público.