Modernidad y Memoria
Tras años de debates entre organizaciones de DD.HH., conservación patrimonial, inmobiliarios, autoridades, y una tardía declaratoria de Monumento Histórico -que detuvo su demolición dejando su estructura al borde del colapso-, por fin se despeja el futuro de los dos últimos bloques de la ex Villa San Luis en las Condes. El Consejo de Monumentos Nacionales, luego de meses de análisis técnicos, aprobó la propuesta del propietario para construir un conjunto de oficinas que incluya y financie un memorial en los terrenos.
La Villa San Luis es un caso ejemplar de los ideales urbanos del movimiento moderno, aspirando a la integración social por medio de la planificación y la vivienda en un país política y socialmente polarizado. Diseñada en 1970 por el arquitecto Miguel Eyquem desde la Cormu, Villa San Luis fue uno de los proyectos más ambiciosos y visionarios de nuestra historia. Una ciudad para 65 mil habitantes pensada desde los atributos paisajísticos del Valle del Mapocho, en 70 hectáreas de terreno que albergaría un centro cívico, servicios públicos, museos, auditorios, oficinas, y una gran plaza central de 300 metros flanqueada por dos mega centros comerciales, bajo los cuales pasarían las avenidas Kennedy y Manquehue. Articulando el conjunto se ubicarían torres y bloques de vivienda.
Como tantos mega proyectos de la época, pese a las restricciones económicas y tensiones políticas, la Cormu, liderada por Miguel Lawner, decide construir los primeros bloques de vivienda en el sector sur del plan. En pleno gobierno de la Unidad Popular, 250 familias dejaron atrás los campamentos y accedieron a las oportunidades de ser vecinos de Las Condes. Luego del golpe militar, la Cormu es desmantelada, Lawner es relegado a Isla Dawson y, en 1976 el Ejército erradica violentamente a los habitantes de la Villa a la periferia de Santiago. 30 años después, Las Condes se transforma en el principal centro de comercio y servicios del país, el sueño de Eyquem se ve exacerbado por una realidad menos planificada y más especulativa, que termina con la venta de los predios de la ex Villa para dar forma al hoy barrio de negocios Nueva Las Condes.
Las historias de esta gran utopía urbana, como la de esas familias que tocaron la equidad para luego ser despojadas y segregadas, así como la impresionante transformación actual del sector, merecen ser contadas y preservadas. El valor de las ruinas de los bloques no radica hoy en su arquitectura, sino en lo que representan. Así lo han entendido el CMN, los propietarios del predio y espero el resto de los involucrados.
Hoy se abre la oportunidad de contar -en el terreno más simbólico para ello- con un museo y memorial de la ciudad, que en base a un concurso de arquitectura y una curatoría acorde, permitan compartir esta historia y otras similares, como las de los bloques KPD o las 37 mil familias que llenaron el Estadio Nacional para recibir subsidios habitacionales en 1979, que dieron forma a dos de los más premiados pabellones de Chile en la Bienal de Arquitectura de Venecia.