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UDD en la Prensa

Milei y la oportunidad de transformar la educación argentina

 Mauricio Bravo
Mauricio Bravo Vicedecano de la Facultad de Educación

Argentina, a principios del siglo XX, reunía varias condiciones para transformarse en la primera potencia latinoamericana gracias a su economía agroexportadora. Esto impulsó un rápido crecimiento económico y una considerable llegada de inmigrantes europeos. Rápidamente, el país trasandino alcanzó una vibrante vida cultural y social que aceleró la masificación escolar con la consecuente construcción de escuelas y una serie de reformas tendientes a mejorar la calidad del sistema educativo. En la segunda mitad del siglo XX, se priorizó la educación técnica o vocacional junto con la educación superior. Así, Argentina desarrolló un excelente sistema de educación superior, logrando tres premios Nobel disciplinares (física, química y medicina). No obstante, desde las últimas décadas del siglo pasado hasta el día de hoy, el sistema político y económico trasandino ha sufrido una alta inestabilidad lo que terminó por minar las expectativas de ser una potencia mundial. Sin duda esto afectó fuertemente su sistema educativo que, en la actualidad, no destaca a nivel regional.

Por ejemplo, en la prueba PISA 2022, Argentina se ubicó en el puesto 66, por detrás de Chile, Uruguay, Costa Rica, México, Perú y Colombia. Adicionalmente, en la prueba ERCE experimentó una caída significativa en el aprendizaje de los estudiantes en comparación con evaluaciones de años anteriores. En términos relativos, la posición de Argentina en Sudamérica se ubicó en el anteúltimo lugar, solo por encima de Paraguay. Adicionalmente, los alumnos argentinos obtuvieron puntajes por debajo del promedio regional en lenguaje, matemáticas y ciencias naturales.

En este sentido, el programa de gobierno del nuevo Presidente de Argentina afirma que realizará una profunda reforma educativa, que contempla trabajar en un nuevo enfoque curricular potenciando más las habilidades que los conocimientos, incorporando más horas de materias como matemática, lenguaje, ciencias y tics. Asimismo, se creará una carrera docente de nivel universitario y una carrera de directivos y supervisores. Junto con lo anterior, se modificaría el estatuto docente con la posibilidad de eliminar licencias injustificadas y promover las desvinculaciones por mal desempeño.

Sin duda, en estas materias Chile cuenta con vasta experiencia en sus más de 30 años con un sistema educativo que destaca y lidera en la región latinoamericana, tanto en sus resultados de aprendizajes como en cobertura escolar. Nuestro país ya transitó este camino y puede retroalimentar con sus éxitos y fracasos la transformación trasandina. La institucionalidad educativa chilena se basa en incentivos adecuados para resolver problemas de agencia entre el Estado y los sostenedores, directores y profesores para alinear los objetivos a favor de la provisión de un sistema educativo con mayor calidad y equidad. Así opera un sistema de rendición de cuentas o accountability, a través de instituciones como la Agencia de la Calidad de la Educación, la Superintendencia de Educación y el Consejo Nacional de Educación. Adicionalmente, en este ecosistema de aseguramiento de la calidad se aplica anualmente el Simce, prueba estandarizada que permite monitorear los avances de cada una de las instituciones escolares tanto en primaria como secundaria. En base a sus resultados, se priorizan y focalizan las políticas educativas para disponer de los soportes que requieren las escuelas para avanzar hacia la mejora educativa.

El nuevo Presidente argentino propone además un sistema de voucher directo o cheque educativo entregado a los padres para escoger el centro escolar donde matricular a sus hijos y, así, promover la competencia en el sistema educativo. No obstante, en Chile ha funcionado como un incentivo a la demanda indirecta, ya que la subvención escolar es por niño que asiste a clases y los dineros se transfieren directamente a los sostenedores o centros escolares donde los padres decidieron matricular a sus hijos. En un inicio este sistema de financiamiento no reconocía las desigualdades de origen o el efecto familia, tampoco las necesidades educativas especiales y entregaba un monto igual por cada niño que asistía a un colegio municipal o particular subvencionado. Más tarde, se mejoró el sistema entregando una subvención escolar preferencial para los alumnos provenientes de los hogares más vulnerables y otra para niños con necesidades educativas especiales.

Adicionalmente, una política educativa altamente recomendable es la implementación de Liceos Bicentenario en cada provincia argentina, que, con un proyecto basado en las altas expectativas en los estudiantes, el compromiso de las familias y el liderazgo directivo, ha logrado revalorizar la educación pública y democratizar el acceso a educación de alta calidad.

Así, el desafío que enfrentan nuestros vecinos al otro lado de la cordillera es, sin duda, monumental, pero no es inalcanzable. Tomando ejemplos de buenas prácticas, como los Liceos Bicentenario, y apostando por una reforma educativa que privilegie la calidad y equidad, Argentina tiene la oportunidad de fortalecer su sistema educativo. La propuesta de utilizar vouchers para incentivar la competencia y mejorar la elección de centros escolares es un paso audaz que, bien implementado, puede diseñar los incentivos adecuados entre el Estado y los actores educativos. Por último, es de vital importancia instalar una institucionalidad de aseguramiento de la calidad escolar que implemente acciones de accountability y evaluaciones estandarizadas para no diseñar políticas a ciegas, sino con datos que justifiquen las decisiones y garanticen su eficiencia y efectividad. Argentina puede no solo mejorar sus resultados educativos, sino más importante aún, asegurar un futuro prometedor para las próximas generaciones.