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UDD en la Prensa

Medir la pobreza vía ingreso

 Carlos Smith C.
Carlos Smith C. Director de Ingeniería (E) en Administración

El común denominador en las diferentes concepciones de la pobreza es la privación en dimensiones indispensables para un adecuado funcionamiento de los individuos en sus sociedades. Cuando leemos esto no podríamos negarlo. Sin embargo es nuestra responsabilidad ponernos de acuerdo qué vamos a considerar como las dimensiones indispensables y cuáles van a ser los mínimos adecuados para cubrir cada una de esas dimensiones. La forma más habitual de medir la pobreza es a partir de la insuficiencia de recursos monetarios para satisfacer las necesidades básicas El uso del ingreso corriente como indicador del vía ingreso bienestar plantea algunas ventajas: Es un indicador correlacionado con el «bienestar» de las personas y por tanto capta indirectamente varias de sus dimensiones. Es una variable continua que permite construir diversos indicadores de magnitud, severidad y profundidad de la pobreza De esta manera es posible comparar personas y podría concluir que quien tiene 2 unidades mas de ingreso, está en 2 posiciones mas encima en la escala de bienestar que el que tiene 2 unidades menos, en términos de la capacidad de consumo. Es una variable sensible a la coyuntura, por lo que permite monitorear cambios en la pobreza en plazos cortos. Esto puede ser visto como una desventaja o como una ventaja. El ingreso de las personas es volátil, es decir, puede estar cambiando en el tiempo y nuestra noción de pobreza tiende a tener una base mas estructural.
Si cada cual debe describir una situación de pobreza, le va a dar mas importancia a rasgos propios de una estructura mas que a una situación que pueda estar cambiando aceleradamente en el tiempo, por lo que esto sería un problema Pero desde el punto de vista de políticas públicas, cuando cae el ingreso hay una capacidad de atender a las necesidades que se ven mermadas y eso debiera incentivara la política pública para hacer algo que permita suavizar esas caídas y, por lo tanto, tener un indicador que nos vaya monitoreando el comportamiento de la realidad en cortos plazos es una ventaja. La medición de la pobreza se realiza regularmente y con una calidad creciente mediante encuestas de hogares, lo cual, más o menos, garantiza que todo el tiempo estamos midiendo lo mismo aunque tenga sesgos respecto de la realidad pero que en el tiempo no tiene grandes variaciones.
En Chile utilizamos la Encuesta de Propósitos Múltiples que va desde una encuesta de típica de empleo a una de tipo Casen, es decir, de tipo social.
Esta se utiliza como un insumo para construir nuestra línea de pobreza. Pero utilizar el ingreso, tiene algunas desventajas. No es sensible a políticas que mejoren directamente ciertas dimensiones del bienestar sin pasar por el ingreso y que estamos conscientes que son constitutivas de la realidad de pobreza y que son base para poder aumentar las capacidades que permitan a los pobres superar su condición. Por ejemplo, en educación puede haber una gran inversión pública en esta área, que incluso se podría traducir en buenos logros académicos, cosa que lamentablemente no siempre sucede, y por lo tanto mejorar la capacidad de generación de ingresos futuros. A esto debiéramos asignarles un valor en cualquier estrategia de superación de la pobreza.