Más subsidio para el transantiago
Está avanzando en el Congreso el proyecto de ley, impulsado por el gobierno, que aumenta el subsidio al Transantiago hasta 2022, así como los fondos espejo para regiones. Con estos fondos se lograría estabilizar la tarifa, beneficiando especialmente a los más pobres. Además, se podrían financiar proyectos de transporte en las regiones. Las justificaciones parecen razonables, mientras no se hable de cuánto cuesta todo esto.
De aprobarse el proyecto, el Estado destinaría $ 8.086.715 millones (unos US$ 16.173 millones) entre 2012 y 2022. La mitad para Transantiago y la otra mitad para las regiones. La modificación implicaría un aumento de $ 4.464.656 millones. Los montos son tan grandes que cuesta dimensionarlos. Con estos recursos se podría financiar el programa Chile Solidario por más de 70 años; una pequeña fracción del subsidio bastaría para acabar con todos los campamentos en Chile; es más de lo que recaudaría una eventual reforma tributaria; se podrían financiar 9 líneas de Metro como la proyectada línea 3 y 15 líneas como la 6. Se decía que extender el Metro era demasiado caro para un país como Chile, pero comparado con lo que se gasta en un sistema de transporte que nadie quiere usar, ya no lo parece tanto.
El déficit operacional del sistema bordea el 40% del costo total. Un subsidio permanente supone que no es posible mejorar la situación actual. Pero, hoy el Metro financia su operación y subsidia a los buses, por lo que la necesidad de un subsidio adicional del Estado nos habla de una operación muy deficitaria para esta parte del sistema. Las “micros” amarillas tenían muchos defectos, pero financiaban su operación.
El actual proyecto mantiene el concepto de “fondos espejo”, destinados a comprar el apoyo de los legisladores, sin que estos recursos se justifiquen en sí mismos. Las crisis fiscales europeas deberían enseñarnos que aprobar recursos públicos, para ver luego cómo los gastamos, genera una dinámica que termina mal. La preocupación de corto plazo por mantener funcionando el transporte urbano de Santiago nos aleja de una discusión más de fondo sobre cuánto y qué es lo razonable que, en un país como Chile, el Estado debe financiar en esta materia. Recaudar fondos públicos impone costos sociales y su uso debe ser estudiado y consensuado. Una administración eficiente de los recursos públicos es una tarea difícil. El camino fácil, pero peligroso, es el de las reformas tributarias.