Más allá de la hojarasca
Más allá de las cifras de corto plazo, los nubarrones continúan dominando el paisaje de nuestra economía. El incierto panorama internacional juega un rol en esto, pero los factores internos no logran despejarse. Por más que el Gobierno esté tratando de enviar un mensaje optimista buscando explicaciones aritméticas puntuales a la inesperada caída del Imacec en agosto; entregando una señal de recuperación al proyectar un crecimiento cero para este año; y proyectando en el presupuesto una expansión en el PIB de 2,5 por ciento para 2024, lo que se advierte es un profundo divorcio con la realidad. De hecho, 35 de los 44 agentes de mercado encuestados por Focus Economics predicen una contracción en el PIB de este año, seis más que en septiembre, y para el próximo año las proyecciones apuntan a una expansión de 1,9 por ciento, en línea con el punto medio del rango que anticipa el Banco Central (1,25-2,25), y coincidente también con lo que se estima es la trayectoria del PIB tendencial que calcula el comité de expertos, indicador del potencial de crecimiento de nuestra economía. Esa es nuestra realidad, y es a partir de ella donde hay que seguir remando.
Uno de los temas que se han instalado con fuerza es la necesidad de actuar con sentido de urgencia en todo lo relativo a la “permisología” y a la complejidad regulatoria. El ministro Marcel está consciente de esto —lo ha manifestado explícitamente—, y avances en esta materia están contenidos en su propuesta de pacto fiscal. Sin embargo, la ministra del Medio Ambiente no transmite el mismo discurso y, al final del día, sus opiniones se hacen sentir en las resoluciones que adoptan reparticiones que forman parte de su área de influencia. Hay aquí un caso claro donde se echa de menos de parte del Gobierno un mensaje común y coherente, por cuanto la ambigüedad sigue pavimentando una inercia paralizante. Aunque algo tan simple como la agilización de permisos y la simplificación regulatoria nunca ha sido considerado como una materia de carácter ideológico, sino más bien algo práctico para facilitar el emprendimiento y realizar nuevos negocios en el país, compitiendo así con otras plazas ávidas de recibir inversión extranjera, hay sectores del Gobierno cuya visión sobre el tema es diferente, bastante menos preocupados por los efectos que todo esto tiene sobre el crecimiento económico, variable a la que no le asignan un rol fundamental.
Más allá de décimas más o menos en el presupuesto fiscal, resolver este tema al interior del Gobierno generando un compromiso común entre las distintas reparticiones es un tema que ayudaría mucho a cambiar las expectativas.