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UDD en la Prensa

Malditas mentiras

 Eduardo  Andrades Rivas
Eduardo Andrades Rivas Profesor Facultad de Derecho CCP

La semana pasada reflexionábamos sobre lo usual que resulta, en tiempos de elecciones, escuchar de los candidatos propuestas y ofertas de la más variopinta naturaleza. Pero lo que no resulta para nada habitual, es que profesionales de la prensa utilicen sus espacios públicos para atacar a los mismos candidatos con informaciones inexactas o manifiestamente falsas.
Es lo que pudimos apreciar en un periodista de un canal de televisión de la capital, quien, paradojalmente, acusó de mentir a un candidato a la presidencia usando como prueba un documento ideológicamente falso. Tengamos mucho cuidado con este tipo de conductas.
Los procesos electorales pueden explicar diversas cosas, pero existen otras que resultan del lodo inexcusables, Más aun cuando quien protagonizó este triste episodio es un profesional experimentado. Como profesor ele periodistas durante más de dos décadas. Puedo afirmar que una de las lecciones más básicas que se enseña a los futuros profesionales, es el deber de chequear las informaciones que se reciben antes de usarlas o dadas a conocer. Es algo tan elemental que cualquier estudiante de primer año de periodismo lo salle de memoria.
Por ello no puede sino resultar sin guiar y curioso el que un profesional con años de ejercicio haya cometido semejante error. ¿Simple ignorancia o imprudencia? No es prudente emitir juicios sobre las intenciones que lo motivaron, pues solo él puede evaluar en su conciencia los móviles que lo impulsaron.
Podríamos comparar su actitud con aquellas filmaciones y fotografías que hace unos años lo mostraban alegremente en compañía de otros periodistas nacionales, retratándose con el recién elegido Presidente de Estados Unidos, señor Barack Hussein Obama.
Pudiera parecer anticuado recordar que los profesionales de la prensa, mas allá de sus legitimas preferencias políticas personales, han de mantener una elemental imagen de imparcialidad pues de lo contrario los únicos perjudicados resultan ser ellos mismos. Parafraseando al César, diríamos que el periodista no sólo debe ser ecuánime también debe parecerlo.
Así que el episodio referido no es excusable debido al error del documento usado. Daría lo mismo, lo que importa es que se usó de una información falsa ante millones de espectadores para denostara una persona inocente. Las disculpas son aquí obligatorias, y muy necesaria seria la decisión de los responsables del canal de televisión, respecto la continuidad del periodista en sus funciones.