Los problemas del aborto libre: hechos
El anuncio del Presidente Boric de enviar un proyecto de ley de “aborto legal” antes que termine el mes de diciembre, ha vuelto a poner en la discusión pública un tema que es controversial. Si bien la ministra de la Mujer y la Equidad de Género, Antonia Orellana, anunció que el proyecto no será presentado todavía, en espera de la actualización del reglamento de la ley de aborto en tres causales, es muy probable que, cumpliendo con una promesa del programa de gobierno, antes que termine su mandato se envíe a tramitación un proyecto que regule el “aborto libre” o “legal¨. En países laicos y pluralistas como el nuestro, estos problemas morales complejos suelen resolverse a través de la democracia representativa -como es el caso de Chile-, o mediante plebiscitos o referendos, como fue el caso de Irlanda.
Si bien a priori un plebiscito podría suscitar mayor legitimidad ciudadana, porque se reduce la percepción que la decisión es impuesta por la élite política y puede ofrecer un canal institucional para resolver divisiones sociales polarizadas, la legitimidad del plebiscito puede verse disminuida si hay campañas desinformativas o desigualdad de recursos entre las partes. Asimismo, una baja participación puede erosionar la legitimidad de los resultados. Con todos sus defectos, la democracia representativa permite debates más informados y técnicos en el Parlamento e incluso una mayor participación ciudadana, si se permite que amplios sectores de la sociedad puedan expresar su opinión. Cualquiera que sea la forma en que se resuelvan estos temas valóricos, lo primero es centrarnos en los hechos, para luego ver qué valores son compartidos, dejando para el final aquellos en los cuales hay miradas contrapuestas.
En esta columna me enfocaré en los hechos. Según el Centro por los Derechos Reproductivos, el 60% de las mujeres en edad reproductiva vive en países donde hay aborto libre, existiendo amplias diferencias respecto del límite de edad gestacional bajo el cual se permite realizarlo. Si bien la mayoría de los países ha optado por permitirlo hasta las 12 semanas de edad gestacional, otros han puesto diversos límites: Portugal, 10 semanas; España y Argentina, 14 semanas; Francia, 16 semanas; Colombia, 24 semanas. Esta disparidad en los límites de edad gestacional para realizar un aborto libre no obedece a ningún criterio científico, sino más bien a razones sociales, según el contexto cultural donde éste está permitido. Asimismo, hay países que explícitamente prohíben el aborto selectivo en razón del sexo (China y Nepal) y otros que exigen autorización conyugal (Turquía) o parental (España, Portugal e Italia, entre otros). Estados Unidos y México tienen legislaciones que varían a nivel estatal.
La OMS, en sus Directrices sobre la atención para el aborto, publicadas en marzo del 2022, considera que “el acceso a la atención integral para el aborto dentro del sistema de salud es fundamental para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) relacionados con la buena salud y el bienestar (ODS3) y la igualdad de género (ODS5)”. Concordante con esta mirada, recomienda la despenalización total del aborto, que el aborto esté accesible a demanda de la mujer, niña u otra persona embarazada y no recomienda “la promulgación de leyes y otras reglamentaciones que prohíban el aborto basándose en límites de edad gestacional”. Es decir, si se siguen estas directrices de la OMS, no podría establecerse un límite de edad gestacional (por lo demás siempre arbitrario), para legalizar el aborto libre. Si bien el límite para un aborto es las 24 semanas (momento en que el feto es viable fuera del útero), cuando se realiza un aborto posterior a la fecha de viabilidad fetal, se ha propiciado provocar la muerte fetal in útero mediante una inyección intracardíaca, produciéndole así un paro cardíaco, para evitar el nacimiento de un recién nacido vivo.
En Chile, diversas encuestas como la Bicentenario UC 2023 y la CEP 2024, muestran amplio apoyo ciudadano para el aborto sólo en algunas causales (56% y 53%, respectivamente), mientras que el apoyo para el aborto libre fluctúa entre un 22% y un 30%. Por lo tanto, según estos datos, la mayoría de la ciudadanía parece estar conforme con la actual legislación de interrupción voluntaria del embarazo, pero no apoya el aborto libre.
Me parece que sin conocer estos hechos primero, es difícil que podamos discutir un tema valórico tan complejo como lo es el del aborto libre, evitando las trincheras y descalificaciones cruzadas.