Lectores estratégicos para nuestras salas de clases
Si bien los resultados del SIMCE 2015 presentan algunas buenas noticias, como el aumento progresivo de los puntajes en comprensión lectora de estudiantes de 4º básico, todavía no son motivo de alegría. Por ejemplo, estos revelan que un 31% de los niños de 4º básico se encuentra en el nivel insuficiente en comprensión lectora.
Con el fin de lograr cambios en estas cifras, los autores del documento que presenta los resultados promueven que se desarrollen hábitos lectores en los estudiantes y, para hacerlo, sugieren dos acciones: que se dedique diariamente un tiempo para la lectura y que se ofrezca a los estudiantes alternativas de libros para que escojan cuál leer según su propio interés.
Efectivamente, la evidencia indica que la incorporación de los intereses de los estudiantes en la oferta de libros ha demostrado aumentar su motivación lectora. Y, a su vez, un aumento en la motivación por la lectura puede resultar en un aumento en la comprensión lectora.
También, algunos estudios han demostrado que dedicar más tiempo a la lectura puede significar un aumento en la fluidez y en el vocabulario del estudiante, lo que eventualmente también puede resultar en una mejor comprensión lectora.
Por todo esto, es clave fomentar los hábitos lectores de los estudiantes desde temprano para que se conviertan en eternos amantes de la lectura. Probablemente, los que han leído con frecuencia y sobre temas variados están mejor preparados para responder pruebas como el SIMCE. Sin embargo, también es importante enseñarles explícitamente a aplicar estrategias para que comprendan incluso los textos que ellos no han escogido.
El SIMCE supone que deben ser capaces de comprender textos sobre temas que no necesariamente les interesan y sobre los que no tendrían conocimientos previos. Para tener éxito en este tipo de lectura, el estudiante necesita más que motivación y hábito, también requiere de estrategias y vocabulario académico. Sin desmerecer la importancia de hábitos lectores, sería ingenuo suponer que esas acciones, por sí solas, lograrán mejorar los puntajes de esta prueba.
Los estudios nos demuestran que sí se puede enseñar a los niños y jóvenes a ser lectores más estratégicos.
Por ejemplo, los profesores pueden ayudarles a monitorear su propia comprensión durante la lectura mediante preguntas como ¿para qué escribió el autor este texto?, ¿de qué quería el autor que yo me enterara? o ¿cuál es la idea que si la saco del texto, el texto ya no es el mismo?
También, los profesores pueden enseñar a predecir el tema a partir del título y establecer conexiones entre sus experiencias y las ideas del texto.
Por otra parte, los docentes pueden modelar la visualización mental del contenido y enseñar a sintetizar las ideas principales de cada párrafo con estrategias como identificar palabras claves y parafrasear oraciones complejas con palabras simples.
Asimismo, se puede enseñar a buscar conectores como «porque», «por eso», «en cambio» para distinguir la relación entre dos ideas. Por último, los profesores pueden también enseñar a sus estudiantes las palabras de vocabulario de alta utilidad que se repiten con mayor frecuencia en textos académicos.
La invitación a fomentar hábitos lectores de los estudiantes es importante y merecedora de todos nuestros esfuerzos. Sin embargo, nuestros alumnos estarán mejor preparados para leer comprensivamente si les enseñamos a ser lectores estratégicos.
Cuando ellos experimenten la satisfacción de entender lo que leen y logren aprender de un texto, es muy posible que se incremente su motivación por la lectura y que así estén más cerca de convertirse en amantes de la lectura.