Las críticas a las nuevas reformas al sistema binominal
Los dos proyectos de reforma electoral que, con unos cuantos días de separación, se han presentado a la opinión pública, pretenden cambiar nuestro actual sistema electoral mayoritario moderado de base plurinominal. Cabe preguntarse las razones de esta premura y si resultan adecuados para las necesidades del país. El sistema electoral, versión atenuada del tradicional sistema británico ha prestado al país un servicio fundamental, al permitir la expresión de mayorías estables en el Congreso, que han brindado suficiente apoyo a los gobiernos en los últimos 23 años. No parece el momento más adecuado de plantear estos cambios, pues ellos deben ser cuidadosamente meditados.
Muchas de las críticas que se le hacen a la ley vigente son infundadas, como que sobrerrepresentará a las segundas fuerzas políticas, Objeción más teórica que real, dada la correlación de fuerzas prácticamente empatada entre dos coaliciones políticas.
De la lectura de los proyectos pueden notarse nuevos problemas: Una concentración de más congresistas para las ciudades grandes, especialmente en Santiago; un fortalecimiento del poder ya hoy excesivo de los partidos, y en uno de los proyectos, un indeseable aumento en el número de parlamentarios, tan injustificado como anhelado por las cúpulas partidistas. No, estas reformas producirán una regresión impropia de nuestra larga tradición electoral, una de las más antiguas del mundo civilizado.
Si fuere por presentar iniciativas de reforma, valgan entonces unas sencillas propuestas, que mejorarían la representatividad del sistema pero que seguramente no serían del gusto de los líderes partidistas: 1)Permitamos que, manteniendo los dos cupos actuales, las listas puedan contener muchos más candidatos, de manera de permitir que las preferencias de los diversos sectores se puedan expresar con libertad 2)Disminuir la cantidad de diputados a 100 y los senadores a 30. No se producirá ningún colapso en el trabajo del Congreso, pues se complementaría la disminución de cupos con la obligación del Congreso de sesionar de lunes a viernes, mañana y tarde, todas las semanas del mes.
Con ello se economizarían abundantes recursos y se aumentaría la responsabilidad de los congresistas en el desempeño de sus funciones, que es lo que muchos ciudadanos esperan de sus representantes.
Desde el retorno a la democracia, la reforma al sistema binominal ha sido tema para todos los gobiernos. Sin embargo, hoy existe un consenso a que esta reforma debe realizarse a la brevedad es uno de los factores que provoca mayor deslegitimacion en la clase política. No obstante, y a la luz de los proyectos presentados, puedo plantear que la necesidad y premura en presentar una iniciativa que permita obtener créditos electorales superan a la racionalidad con que debe enfrentarse este tema.
La respuesta que ambas propuestas entregan provoca graves electos secundarios, en especial en lo que respecta a la desconcentración del poder y en la optimización de la regionalización como factor modernizador y legitimador de nuestra democracia, listo es así, pues las dos propuestas establecen una disminución al número de distritos, lo que en función de la demografía de cada zona provocaría que los candidatos realicen sus esfuerzos electorales en las comunas más populosas, postergando a las zonas con menos votantes. Así se potenciaría un centralismo regional en virtud de los compromisos políticos adquiridos en comunas con mayor población, generándose una falsa representación.
El objetivo real de la reconfiguración no es generar mayores grados de competitividad política, sino lograr el mayor número de posibilidades para que los partidos de los grandes conglomerados obtengan cupos, anulando las posibilidades de los independientes.
En segundo lugar, la elección diferenciada del número de representantes en función del tamaño electoral del territorio se transforma en una medida poco eficiente para empoderar a las regiones.
Si bien esta parte del proyecto suena lógico desde la proporcionalidad, no considera la desigual conformación histórica-demográfica del país, situacion que provoca que casi el 62% del electorado se concentre en las regiones Metropolitana de Valparaíso y del Bio Bio.
Por último, el elegir senadores nacionales en virtud de la cantidad de votos obtenidos por los candidatos, significa empoderar a figuras políticas provenientes de los centros urbanos más poblados para eventuales carreras presidenciales.
En consecuencia, las propuestas no mejoran la actual representación regional, sino que la disminuyen y se transforman en factores de concentración política que evidencian el egoísmo y desprecio con la que el mundo político trata a la ciudadanía.