La tierra no constituye riqueza
Así como la propiedad privada no garantiza al propietario obtener rentas de ella, los recursos que se encuentran en la tierra tampoco son garantía de riqueza, ni para su dueño, ni para el país en que se encuentre el recurso. La sola posesión de algo no supone la obtención automática de flujos de ingresos permanentes que permitan posicionar al propietario en un lugar de privilegio respecto de otros. Pensar de otra manera implica rendirse al error que deriva en la aversión a la defensa de la propiedad privada y al aprovechamiento de parte de los encargados de política pública de utilizar este sentir popular para difundir ideas nacionalistas en el que se ponen de manifiesto, o resurgen, los ánimos de control de la economía por medio de la planificación centralizada de la actividad productiva de un país.
Respecto del análisis de la propiedad privada, el economista alemán Ludwig Lachmann considera que “la propiedad es un concepto legal que se refiere a objetos materiales concretos. La riqueza es un concepto económico que se refiere a los recursos escasos. Todos los recursos valiosos son, reflejan o representan, objetos materiales, pero no todos los objetos materiales son recursos”. Una casa abandonada y destruida es un objeto material que puede ser propiedad de alguien, pero no significa que automáticamente se transforme en un recurso que proporcione riqueza, por el contrario; demolerla podría ser en ese caso, la opción más rentable.
Chile es un país, como muchos en Latinoamérica, que cuenta con recursos naturales abundantes y útiles: la agricultura, la pesca, la industria forestal, la minería, etc. Si Robinson Crusoe hubiese naufragado en las costas chilenas en el período precolombino, sin duda no se hubiera muerto de hambre. Sin embargo, para que Crusoe disfrutara de la utilidad de nuestros recursos, tendría que haber hecho un sacrificio: construir bienes de capital con la madera y los minerales, sacrificar tiempo y consumo presente para aumentar el consumo y el bienestar en el futuro. Debería, además, buscar formas eficientes de recolectar la comida en el menor tiempo posible junto a la urgencia de construirse una cabaña utilizando madera, barro y piedras para guarecerse del frio en invierno y del calor en verano. Mientras más rudimentarios sean estos bienes de capital, menor será la productividad de los factores de producción utilizados, a decir, mano de obra y capital, y menor será también el bienestar futuro para el señor Crusoe.
Los recursos naturales tienen otro problema; aparte de necesitar de sacrificio presente para ser extraídos, estos no son estáticos; hoy pueden tener valor, pero mañana ya no, como fue el caso del salitre en Chile, y como puede ser el caso del cobre o el litio actualmente. El desarrollo de las baterías de sodio puede acabar con el sueño de las autoridades chilenas de recibir recursos de parte de esta industria. Un recurso constituye riqueza solo si es una fuente de flujo de ingresos para su dueño. “Por lo tanto, la utilización exitosa de los objetos y no (necesariamente) la sola propiedad confiere riqueza” señala Lachmann. Por otro lado, la riqueza es un activo que cambia de manos constantemente debido a que se puede perder más fácilmente que lo que cuesta acumularla. La circulación de las élites son como los huéspedes de un hotel o los pasajeros de un tren: siempre están allí, pero no siempre son las mismas personas durante mucho tiempo. Independiente de en manos de quién o quiénes esté el derecho a extraer un determinado recurso, lo que verdaderamente debería importar a las autoridades es con qué tanta eficiencia gestionan el proceso productivo y qué nuevos usos pueden darle a los recursos para conseguir unos resultados agregados que mejoren la calidad de vida de todos los ciudadanos.