La poco transparente elección en la CUT y la buena governance sindical
Transversales y diversos han sido los cuestionamientos públicos a la elección de la directiva de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT).
Su laxitud en la práctica eleccionaria y la poca transparencia del proceso, derivaron en una organización fragmentada, con un pacto de minorías en la presidencia, donde su vicepresidente, el de mayor cantidad de votos, ni siquiera llegó al estreno público, a esa foto de aparente unidad que, evidentemente, hoy no existe en dicha multisindical.
Lo ocurrido en la más relevante de las asociaciones sindicales del país no puede pasar como una simple anécdota o un nuevo caso de ingeniería electoral. Esto se trata de gobernabilidad. La buena “governance” debe ser la base de toda institución, más aún cuando su discurso y su ejercicio, como efectivamente es el caso de la CUT, tienen un grado de representación de intereses tan importantes en materias de políticas públicas y reformas sociales.
Si se quieren organizaciones sindicales fortalecidas se necesita abrir la cortina, develar estos secretos que estamos recién conociendo.
Hoy un director sindical, no tiene más requisitos que los que fijen los estatutos de la organización que representa. No existe entonces norma alguna que los regule, en el marco de una mal entendida autonomía sindical que acusa carencias del legislador de cara a propiciar buenas prácticas democráticas, fiduciarias, estratégicas y generativas para estas agrupaciones.
Si algo hemos aprendido en los últimos años es que la pérdida de legitimidad y representatividad alcanza para todos, frente a una ciudadanía cada vez más cuestionadora. Debilitar un bastión poderoso como la CUT evidencia pérdida de rumbo o, al menos, una imprudencia enorme por parte de su dirigencia; han abierto un espacio de cuestionamiento a su legitimidad, incluso en grupos que se supone representa.
Estamos en tiempos en que la ciudadanía pide a gritos transparencia, en la era de la correcta rendición de cuenta social. Más aún cuando se dice ser la voz de quienes no la tienen y que entre sus privilegios –al menos discursivos– está representar a los trabajadores de todo un país.
Empresas, organizaciones y ONGs deben entender que la ambigüedad es la forma más completa de control inventada por el hombre, puesto que a nada compromete, obliga ni condiciona y, por sobre todo, es opuesta al buen gobierno. La governance crea predictibilidad, confianza y estabilidad, y regula tanto a los gobernados como a los que gobiernan.
Pero es necesario visualizarla, la governance, tanto en empresas como en instituciones, tiene el desafío de sobreponerse a su propia influencia, autocuestionándose, superándose, profesionalizándose y mejorando continuamente como cuerpo, y como miembros individuales de ella. Es quizás, esta labor, una tarea también pendiente en muchos directorios e instituciones públicas, por cierto. La CUT, a la luz de los hechos, tiene una deuda gigante al respecto.