La PAES, las elecciones y el retorno del mérito
Despuntaba enero de 2020 y las cenizas de octubre aún flotaban en un país que aspiraba a la refundación constitucional. En esta atmósfera, un dirigente secundario comandó una campaña que disipó la calma del entretiempo. El boicot a la PSU logró cancelarla en 67 recintos, afectando al 13% de los inscritos. La justificación ofrecida era que la prueba segregaba, dándole alos estudiantes de mayores ingresos más chances de acceder a las mejores universidades. Los canales de selección debían congelarse, puesto que eran solo blanqueadores del privilegio. En ese entonces el país podía dudar de los métodos, pero reconocía el mensaje: en el nuevo Chile nadie se salvaría solo y los minoritarios estudiantes humildes con potencial debían anteponer la solidaridad popular al escapismo individualista.
Han pasado casi seis años y esta semana se rindió la PAES en un clima muy distinto. La candidata oficialista ha hecho una campaña basada en sus méritos. Los programas delos candidatos de derecha invocaron con nostalgia el ideal meritocrático. En la encuesta CEP, quienes se inclinan a la idea de que el esfuerzo individual debe premiarse aunque produzca desigual
dad pasaron de un 37% en diciembre de 2019 a un 54% en octubre de 2025. Pero el esfuerzo premia poco: la encuesta Bicentenario UC refleja en este mismointervalo la percepción de que los canales meritocráticos se han atrofiado.
La divergencia entre el deseo y la realidad de la meritocracia marcará el ciclo político que emerge. Existe una demanda porque el mérito se reconozca aun si la cancha no está pareja. Actualmente el SAE asigna cupos para escuelas de alta exigencia basado en la igualdad de la “tómbola”; no obstante, un estudio reciente del CEP revela que un 78% cree injusto que estudiantes de excelentes notas no sean seleccionados en estas escuelas. La equidad y no la igualdad es el principio de justicia que se reclama.
¿Un eventual “gobierno de emergencia” estará a la altura del desafío? Todas las emergencias se relacionan con el anhelo de más meritocracia. La inseguridad, por ejemplo, afecta especialmente a los más vulnerables y la erosión de los canales meritocráticos alimenta el atractivo de carreras criminales o de apuestas online. Existe una ventana para reformas que recompensen el esfuerzo delos desaventajados sin “bajar de los patines” al resto. No obstante, la repulsión al uso del privilegio para torcer y saltarse las reglas sigue siendo crucial. Un gobierno que no se diferencie en esto perderá prontamente la legitimidad necesaria para su eficacia.
Un nuevo enero traerá a cientos de miles de hogares sueños y frustraciones junto a los resultados de la PAES. La oportunidad de que aumenten los sueños estará abierta para quien habite La Moneda, pero para aprovecharla se necesitará menos retórica y mucha gestión, probidad y excelencia. El peligro de la desilusión no debe desestimarse en un país donde la cuna sigue pesando demasiado para subirse al carro de la modernización.