La oposición en tres actos
Primer acto. Tras la derrota electoral, la ex Nueva Mayoría siguió quebrada. La DC herida por el mal trato sufrido seguía sin reunirse ni coordinarse con los socialistas ni con el PPD. El Frente Amplio envalentonado por su nueva bancada, evita ser asimilado o converger antes de tiempo con la vieja izquierda de la ex nueva mayoría. Las fuerzas centrífugas de la política hacen que nos acostumbremos a hablar de distintas oposiciones.
Segundo Acto. Irrumpe la agenda de DD.HH., a propósito de los fallos de la Corte Suprema y la arremetida contra el ex ministro Rojas por sus opiniones acerca del Museo de la Memoria. Se genera cohesión en la izquierda chilena, desde la DC hasta el Frente Amplio. Aunque fuera respecto del pasado, una fuerza centrípeta genera unidad y coordinación política entre las oposiciones. Una épica, que aunque sea de otra época, aparece como una base común sobre la que construir.
Tercer Acto. El Presidente Piñera anula la reforma de modernización tributaria, retomando el control de la agenda pública. El éxito del gobierno es poner a todo el sistema político a hablar de las ventajas y desventajas de la reforma. Las primeras reacciones de las distintas oposiciones giran en torno a la oportunidad o necesidad de mantenerse unidos. Aunque el costo de esto implica que más allá de rechazar la reforma sería difícil construir un acuerdo, porque la realidad es que no están de acuerdo en poco más que en oponerse al gobierno y su reforma. No pueden entrar en detalles de la propuesta, porque empiezan las divisiones. Algunos DC miran con buenos ojos la integración tributaria y los nuevos impuestos a la economía digital; otros en el PPD valoran la boleta electrónica y los incentivos para la clase media; incluso en el PS evalúan positivamente el Defensor de los Contribuyentes. Por lo mismo, la única forma de evitar la división es oponerse a todo, a riesgo de que la discusión de la reforma los lleve a la división. Esto lo entiende Carlos Montes, quien lidera esta nueva coordinación política de las oposiciones y pone sobre la mesa el rechazo a la idea de legislar.
En las próximas semanas, al menos tres eventos van a poner a prueba la unidad de las oposiciones: el primero, cómo resolver la necesaria aprobación del salario mínimo; la segunda s la acusación constitucional contra los jueces de la Corte Suprema; y la última tendrá que ver con la votación de la idea de legislar sobre la reforma de modernización tributaria. El balance de este primer año de oposición se juega en esas votaciones. Si prima la unidad o la división explicará si será un éxito o una nueva derrota la estrategia seguida hasta ahora.
Por otro lado, la ciudadanía evaluará el costo de que la oposición rechace todo, y de aparecer así negándole la sal y el agua al gobierno. No es fácil disfrazar de interés ciudadano lo que aparece más como el interés político de simplemente hacer tropezar al gobierno una y otra vez.