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UDD en la Prensa

La lucha de Mandela sigue

 Pablo Fuentealba
Pablo Fuentealba Sociólogo y docente de la Facultad de Gobierno

La memoria humana funciona selectivamente, porque sólo puede retener cierta información y eliminar otra.
La de los pueblos funciona de modo similar. Sólo algunos eventos y personajes serán recordados, mientras que otros quedarán en el olvido. Por ello la única inmortalidad terrena a la que podemos aspirar consiste en ser recordados por la historia una vez que dejemos este mundo. De esta forma cuando ya no estemos en él, nuestra imagen, nuestra vida -incluso lo mitos en torno a ella-, nuestro trabajo y lo creado por nosotros, tal vez (y sólo tal vez), queden grabados en la conciencia histórica y permanezcan en el tiempo más que nuestros cuerpos. Y de esta forma, cada época, cada siglo elige a sus eventos y personajes, héroes, pero también sus villanos, destinados a alcanzar esta inmortalidad y no quedar en el olvido, mientras ta ciencia histórica lucha incansablemente por rescatar y retener lo más posible, incluso dándole espacio a acontecimientos y vidas que estaban destinadas a permanecer ocultos y olvidados.
Madiba ha llegado al lugar de los elegidos de este siglo. Libertador, leyenda, verdugo del apartheid serán sólo algunas de las ideas ancladas a su vida, dejándolo en el lugar de los inmortales. Pero su figura debe recordamos que el apartheid sólo ha sido un símbolo institucionalizado del racismo pero que la segregación, la exclusión y la discriminación se manifiestan de múltiples modos. Que la exclusión de minorías políticas en muchos países de pueblos originarios, minorías sexuales, la discriminación estética en entrevistas laborales o la segregación y exclusión basada en las diferencias de clase, son algunas de las formas y ropajes bajo los cuales el apartheid sigue viviendo en nuestro mundo. El peor problema es que el apartheid se oculta entre nosotros haciéndonos creer que no existe, porque siempre es más fácil ver el mal en el ojo ajeno que en el propio. Más fácil es creer que la segregación, la discriminación y la exclusión existían en África, condenarla y honrar a Mandela, que tomar conciencia de que en nuestra sociedad hay prácticas similares y que son justificadas por muchos diariamente. Que varios de los que hoy enaltecen a Mandela, si hubiesen nacido en Sudáfrica, posiblemente habrían justificado y defendido el apartheid y considerado a Mandela como un enemigo y no como un libertador.