La cultura, pero de la basura
Hace no menos de un mes, Santiago vio los impactos directos del paro de los recolectores de residuos sólidos domiciliarios, los cuales en la búsqueda de mejores condiciones laborales, pusieron de cabeza la ruta al relleno y en riesgo sanitario a la capital completa. Estos, en un simple movimiento, rompieron la frágil cadena que lleva aquello que desechamos, hasta su destino final. En este sentido, el concepto de residuo nace cuando de voluntad propia a un bien que hemos adquirido decidimos libremente finalizar su tiempo de vida. El reciclaje o revalorización, son por lo tanto extensiones de este tiempo de vida en la medida que postergan su impacto final, como a su vez permiten reducir su impacto.
Es quizás por estos que ya en Europa como en los Estados Unidos no se habla de «gestión de residuos» sino de «gestión de recursos».
Ahora bien, en la medida que nuestra civilización aumenta su grado de desarrollo, gracias a la cadena de transporte de residuos hasta su disposición final, nuestra cultura occidental se ha acostumbrado a no percibir la existencia de estos. Es más, nos damos cuenta sólo en eventos como el paro de recolectores, donde su acumulación se hace visible o su dispersión aumenta gracias a la existencia de perros vagos. A pesar de ello, eso no conlleva a cambio de conductas a favor de reducir el consumo o la generación de residuos.
A pesar que los temas de reciclaje están de moda nuestra cultura nunca ha incorporado estos conceptos. Por el contrario, se han excluido. ¿Ejemplos? Fuera del teatro municipal, aquellos que incluso están dispuestos a pagar altos precios por una obra de Chaikovski, no están dispuestos a botar una colilla de cigarrillo en los contenedores dispuestos para ello; estamos dispuestos a utilizar ciclovías pero no a botar nuestros residuos en nuestro recorrido o por el contrario, estamos dispuestos a no botar basura al interior del metro de Santiago pero si en sus escaleras o fuera de este. Entonces, ¿Cuál es el concepto de cultura que manejamos? ¿Es tan reducido nuestro concepto de cultura nacional que lo reducimos a eventos artísticos-musicales sin extenderlo a hacia la ciudadanía? El pasado 15 de agosto en el frontis del Museo de Bellas Artes, se celebraron los 50 años del gran grupo musical «los Jaivas» junto a otras 15 bandas.
¿Resultado? Dispersas en el parque forestal quedaron setenta toneladas de basura. ¿Se imagina Ud. aquellas toneladas en pleno paro de recolectores? Si Chile realmente quiere ser desarrollado, no sacamos nada con hablar de reciclaje, ciclovías o de más áreas verdes, si nuestros comportamientos continúan no incorporando el concepto de espacio público y de ser ciudadanos. Los grandes cambios en ciudades sustentables no parten por un buen diseño de un plan maestro, sino del nivel de desarrollo los usuarios que esta posee. ¿Cuan lejos estamos de ver a la palabra cultura como un concepto más amplia que el reduccionista que manejamos?