Innovar para el pueblo, pero sin el pueblo
EL «ABSOLUTISMO ilustrado» nació como una respuesta de las I monarquías a las revoluciones del siglo XVIII, intentando manejarlas a través de los parlamentos y algunas concesiones para darles de esta manera un cauce institucional. De esta manera quienes ostentaban el poder (en su mayoría reyes y emperadores), intentaban incluir de manera controlada a estas fuerzas emergentes que clamaban por participación.
Se decía que buscaban generar cambios «para el pueblo, pero sin el pueblo». Guardando las distancias, parece ser que muchas gerencias de empresas siguen los mismos conceptos al intentar generar innovación en el interior de sus organizaciones. Al parecer, estamos construyendo el «Chilecon Valley» y el «Hub de Innovación de Latam» dejando fuera a los jóvenes sub 30.
Así lo demuestran los resultados de una encuesta sobre innovación realizada por Deloitte a la «Generación Y» (los nacidos post 1982) en marzo del 2013. Sus respuestas muestran cómo las empresas no los están incorporando en la conversación ni tampoco en la discusión sobre innovación: sólo el 39% de los jóvenes declara que su ambiente laboral lo ayuda a innovar (comparado con un 62% en Brasil).
Apenas uno de cada dos cree que la importancia de la innovación está claramente demostrada en su organización (el porcentaje más bajo en Latinoamérica). Frente a la pregunta: «¿Cuál es la organización/institución que lidera la innovación en tu país?», no aparece un líder claro, como sí lo hay en Brasil Perú y México (las empresas), Argentina (el gobierno) y Colombia (las universidades). ¿Esta fuerza innovadora está siendo (¿mal?) controlada por «gerencias ilustradas»? ¿Es un problema cultural, que nos lleva a desconfiar de las generaciones más jóvenes? ¿O simplemente falta de comunicación?
Dejo la pregunta, y la inquietud, planteadas.