Inconsistencia tributaria
Más allá de los negativos efectos de largo plazo que derivan de los retiros de fondos previsionales, sorprende la inconsistencia que ha habido en el debate al momento de discutirse los aspectos tributarios envueltos. Ya en el primer retiro se hizo ver que, tratándose de ahorros que no habían pagado impuestos al momento de efectuarse las cotizaciones correspondientes, era de toda justicia que al momento de retirarse los fondos se pagaran los impuestos correspondientes.
Considerando que la estructura de tributación a nivel de las personas contempla una escala progresiva que parte en cero y llega a una tasa máxima de 40%, alcanzando la exención hasta quienes ganan $690 mil mensuales -tramo en el que se ubicaría más del 75% de los contribuyentes-, resulta obvio que el beneficio tributario al no considerar como ingresos los retiros previsionales opera en favor de los sectores de más altos ingresos del país. Pero esto no tuvo mayor eco, ni siquiera en los grupos de centroizquierda y de la izquierda más radical. Este efecto regresivo, que se hace más evidente en un segundo retiro por cuanto los grupos de menores ingresos ya retiraron todo en la primera pasada, fue nuevamente la piedra de tope en la discusión, habiéndose concordado finalmente un tramo exento que más que duplica el límite que la ley considera en la norma general, con lo cual se ha incorporado un factor de discriminación absolutamente inconsistente. Según la fuente del ingreso se estará pagando una tasa diferente.
Una de las anomalías de la estructura impositiva vigente que habría que corregir se refiere a la baja proporción del total recaudado que proviene de la tributación a las personas: 9,7% de la recaudación total, que se compara con un promedio cercano a 30% en los países de la OCDE. Más allá de los temas de evasión que pueden estar envueltos, lo que no se puede obviar en el debate es que la proporción de la población que paga impuestos directos en Chile es anormalmente baja si se la compara con otros países. Y esto va mucho más allá del nivel de ingresos de la población. De acuerdo a cifras de la OCDE, la proporción del ingreso mediano (esto es, el nivel de ingreso bajo el cual está el 50% de los trabajadores) a partir del cual se empieza a pagar impuestos en Chile es de 180%, en circunstancias de que el promedio observado en esa agrupación de países es de 40% (Rubio y Vergara, CEP 2017). Es decir, en términos relativos, el umbral en Chile es cinco veces más alto. Para corregir esta anomalía será necesario que un mayor porcentaje de la población empiece a pagar impuestos directos, aunque sea con tasas bajas. Es decir, se va a requerir avanzar en una dirección que es justo la opuesta a la señal que se está entregando con una mayor exención en los retiros previsionales. De hecho, quienes proponen una cotización obligatoria para financiar beneficios previsionales basados en el reparto están promoviendo de hecho un impuesto a los tramos hoy exentos.