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UDD en la Prensa

Implementar nuevas formas de pago

 Nicole Forttes Fuenzalida
Nicole Forttes Fuenzalida Directora Smartlab

No es novedad el hecho que faltan cajeros en las calles. Tampoco que la forma de pago tradicional (el uso del efectivo y los cheques) va en franca caída. Es cierto que cada vez se hace más evidente la necesidad de implementar el uso de tecnologías para realizar algún tipo de transacción y/o servicios de pago de uso más frecuente que no sea solo la transferencia bancaria en línea.
Tampoco es algo nuevo que el mercado móvil ha tenido un crecimiento explosivo: 78% de los accesos a internet son desde un teléfono, según las últimas cifras de Subtel. Entonces, ¿por qué todavía no conviven de forma más amigable ambos mundos: el de las transacciones en línea y los teléfonos móviles? Bajo la etiqueta de «Mobile Payments» se esconde la promesa de que en un futuro muy cercano vamos a realizar todos nuestros pagos con nuestro terminal, de una forma sencilla, fiable, segura, sin efectivo ni tarjetas de plástico de por medio y esperemos que no esté muy lejos el día en que nos pregunten: «¿Paga con efectivo, tarjeta o teléfono?».
Pagar con el celular supone la posibilidad de aportar más seguridad al cliente porque no necesita andar con dinero en efectivo, para los comercios el pago es más rápido, seguro y permite desarrollar nuevas acciones de fidelización y las entidades financieras podrían eliminar el plástico y la logística que este conlleva. Se agradecen los emprendimientos que se han creado como medios de pago basados en la simplificación de transferencias bancarias como Khipu, pero su masificación no ha sido tan rápida y su éxito se basa en que se usa como medio de pago para comprar bolsas de minutos en compañías de teléfonos móviles. Si todos los agentes suman sus esfuerzos, los pagos móviles propiciarían la aparición de un modelo en el que todos ganaríamos.
¿Cuánto más nos queda esperar para que en Chile el teléfono móvil se transforme en un medio de validación y pago que funcione de manera integral? Que sirva para más cosas que comunicarse y descargar aplicaciones y que pasemos la frontera de las implementaciones de planes pilotos para convertir al teléfono, por ejemplo, en un medio real de pago del transporte público y no nos quedemos solo con buenas intenciones. ¿O acaso es mucho pedir?