Yo que he tenido camiones
Mucho se habla de que el problema de Chile es la caída en productividad, que mientras no seamos más productivos no podremos seguir progresando. Sin duda que la productividad es un fenómeno complejo de explicar y como todo fenómeno complejo, tiene muchas variables que influyen sobre el resultado. Pero para qué partir por las variables difíciles si se puede partir por las que están a la mano y son evidentes.
Conozco muy de cerca una empresa PYME, empresa que parte importante de su quehacer se basa en movilizar camiones por la ciudad. A pesar de ser una PYME, hace cosas increíbles con la tecnología. En tiempo real sabe cosas como dónde está cada camión, a qué velocidad va, cuánto combustible tiene y cómo lo ha gastado. ¿Cómo llega toda esta tecnología a las manos de una PYME? Simple, los incentivos están muy bien puestos. La tecnología existe, existen proveedores en Chile (más de uno) que viven de vender esto, a la PYME esto le sirve mucho en su gestión y está dispuesta a invertir en algo como esto. Es decir, todo funciona y funciona bien.
Pero lamentablemente, no toda la historia es siempre así. La misma PYME, que tiene una flota de camiones con tecnología de punta, a veces debe vender estos camiones. La última experiencia fue notable, hubo que pasar por una notaría y el trámite duró más o menos cinco horas. Así es, un trámite que no produjo ningún valor y que sólo consistió en firmar e intercambiar algunos papeles tomó parte importante de una jornada laboral de varios ejecutivos de PYME. No es necesario explicar los detalles de esta espera, todos hemos tenido la experiencia de pasar por un proceso notarial como éste.
¿Y por qué la misma PYME puede por un lado acceder a tecnología de punta a un bajo costo y aumentar significativamente su productividad y por otro lado perder el tiempo de esa manera en un trámite tan poco productivo? La respuesta es clara y simple, en un caso los agentes negocian libremente en un mercado que funciona, mientras que en el segundo hay una regulación que impide la innovación y el desarrollo de un buen servicio. Es tan evidente el caso que no vale ni la pena ahondar en los detalles, sino que baste por ahora simplemente una reflexión sobre el costo que tiene para el país que posterguemos decisiones de modernización del aparato estatal y sus derivados. Modernización del Estado es un concepto muy repetido y hasta antiguo, y a esta altura suena algo vacío, pero cuando le ponemos historias reales como éstas nos damos cuenta de lo urgente del problema. Aquí sí que hay espacio para construir valor económico y social para el país. En este tipo de cosas deberíamos estar todos concentrados trabajando, proponiendo e implementando. Pero por ahora seguimos entretenidos en otros menesteres.