Hacia ciudades esponja
El cambio climático está alterando los regímenes de lluvia en todo el mundo. En el caso de Chile, quedó en evidencia que tendremos menos frecuencia de precipitaciones, y estas serán más intensas. A esto hay que sumar el efecto del desplazamiento de la isoterma 0º a zonas más altas, derritiendo la nieve y haciendo que la escorrentía y caudales sean mayores. La mayor escorrentía también arrastra sedimentos que enturbian los cauces e impiden almacenar las aguas para el consumo humano. Y si a esto sumamos la cantidad de basura, escombros y ocupaciones ilegales de los cauces, la situación es crítica pero predecible.
La urbanización genera un proceso de impermeabilización del suelo. Desde el momento que construimos un techo o pavimentamos una superficie, esas aguas son desplazadas por gravedad hacia los puntos más bajos de la ciudad. Esto produce tres problemas graves: (1) El agua lluvia no está llegando directamente a los cauces, lagos o napas; (2) al ser conducida se expone a contaminación, (3) el caudal conducido exige que el drenaje urbano se haga cargo del manejo de un excedente de aguas que requiere cuantiosas inversiones en infraestructura para cuando llueve.
Un concepto que emerge con fuerza para resolver este desafío son las «Ciudades esponja». La idea es promover sistemas urbanos de drenaje sostenible en lo que se llama, soluciones basadas en la naturaleza, integrando urbanismo, paisajismo e ingeniería hidráulica. El objetivo es dotar la ciudad de nuevas capas permeables en tejados y pavimentos porosos que se comporten como «esponjas» o sumideros filtrantes emulando el ciclo natural del agua. El agua filtrada es captada y gestionada de forma subsuperficial para su reciclado, infiltrada al terreno o vertida a cauce natural, controlando cantidad, calidad y tiempo. Para esto debemos promover el uso de elementos como pavimentos porosos, plazas de agua, acequias y lagunas de infiltración en antejardines, plazas y bandejones; y la recuperación de cauces naturales como corredores ecológicos.
Hoy contamos con ejemplos notables, como los parques inundables Víctor Jara en el ex Zanjón de la Aguada en Santiago y el Parque Kaukari en Copiapó. Incluso el gobernador del Biobío Rodrigo Díaz anunció una iniciativa para que Concepción sea la primera «Ciudad esponja» del país, y hoy Chile cuenta con una ley de humedales urbanos, que protege y regula la intervención o construcción sobre éstos, pero podemos ir más allá y recuperar la ciudad existente como una gran esponja.
Es hora de pasar a la acción, este tipo de infraestructura verde y azul no solo mejora las condiciones de drenaje urbano, sino también recupera la biodiversidad, recomponiendo el mosaico ecológico urbano, captura las emisiones de gases efecto invernadero, reduce los efectos de isla de calor propios de las zonas urbanizadas, aumenta las áreas verdes, y permite incluir corredores de vida y movilidad activa a las principales ciudades de nuestro país.